El recinto gestionado por el Cabildo de Gran Canaria acoge hoy y mañana dos funciones de un clásico contemporáneo, conocido en España como ‘La herida del tiempo’
Dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente, esta versión de Luis Alberto Cuenca está protagonizada por Luisa Martín y Alejandro Tous, entre otros
Las Palmas de GC, 12 de febrero de 2012 / Cultura - Teatro Cuyas / Gabinete de Prensa.
¡Cuántas cosas pasan a una familia a lo largo de 18 de años! Esa reflexión siempre actual sobre “el devorador de nuestras vidas” sirve de punto de partida para El tiempo y los Conway, traducción literal de su título original, Time and The Conways, aunque en España es más conocida como La herida del tiempo, por la traducción de Luis Escobar de 1942.
La obra, presentada este viernes por sus protagonistas y el director artístico del Cuyás, Gonzalo Ubani, es la propuesta para este fin de semana (hoy y mañana, a las 20.30 horas) del teatro gestionado por el Cabildo a través de la Fundación Canaria de las Artes Escénicas y de la Música de Gran Canaria, que preside el consejero insular de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural, Larry Álvarez.
Luisa Martín (la popular Juani, de Médico de Familia) protagoniza este montaje dirigido por el ex director del Centro Dramático Nacional Juan Carlos Pérez de la Fuente y en el que también intervienen Alejandro Tous (Yo soy Bea) y Nuria Gallardo (Más que amor, frenesí).
El tiempo y los Conway aporta un audaz tratamiento dramático de ciertos conceptos filosóficos a través, nunca mejor dicho, de una familia de Newlingham, un barrio industrial a las afueras de Londres, entre 1919 y 1937. Arranca (primer acto) con la celebración entusiasta y alegre del cumpleaños de Kay, una de las hijas. Continúa (segundo acto) con la escenificación, 18 años después, de un segundo aniversario, pero en medio (como muestra el tercer acto) se produce el desgaste y el agotamiento de las relaciones familiares, así como la erosión de los caracteres por el paso del tiempo ante la mirada atónita de un espectador que ya conoce el final.
El autor, John Boynton Priestley, afirmó en su día que “el tercer acto puede ser sumamente conmovedor en su dramática ironía”. Escritor (The Good Companions, 1929), dramaturgo (Esquina peligrosa, Yo estuve aquí una vez…) y locutor de la BBC durante la Segunda Guerra Mundial, el tiempo fue una constante en su obra, pese a que, como él mismo reconocía: “soy un dramaturgo, no un filósofo, y si fuera un filósofo no elegiría el teatro para exponer mis ideas”.
El propio Priestley explicó que cuando escribió El tiempo y los Conway se dejó influir por la teoría sobre el tiempo del serialista J.W. Dunne (al que incluso cita uno de sus personajes), según la cual “cada uno de nosotros es una serie de observadores en series correspondientes de tiempos y sólo en cuanto observador uno puede decirse que morimos, pues los observadores subsiguientes son inmortales”. Es decir, el tiempo es una realidad multidimensional y acerca al hombre hacia una virtual inmortalidad a través de una secuencia infinita de niveles superpuestos, algo que, a su juicio, viene avalado por un “descubrimiento” de “que con frecuencia el futuro se nos revela en sueños”.
Excepcionalmente buenos son decorado y vestuario, éste último a cargo el ganador de cinco Premios Goya al Mejor Diseño de Vestuario y uno a la Mejor Dirección Artística, así como ganador de un premio Max al Mejor Figurinista, Javier Artiñano.
El director y escenógrafo, Juan Carlos Pérez de la Fuente, fue responsable del Centro Dramático Nacional de 1996 a 2004. Aunque antes ya había trabajado intensamente (Asamblea general, La dama del alba, La tierra de Alvargonzález, El abanico de Lady Windermere, La viuda es sueño, Amor de don Perlimpín con Belisa en su jardín, Las de Caín, Fortunata y Jacinta, El canto de los cisnes, Mujeres frente al espejo…) a esa etapa pertenecen algunos de sus trabajos más importantes: Nostalgia del paraíso, Pelo de tormenta, San Juan, La Fundación, La visita de la vieja dama, El cementerio de automóviles, La muerte de un viajante, Cartas de amor (como un suplicio chino), Historia de una escalera… Tan extensa trayectoria le ha hecho merecedor, entre otros galardones, del Premio ADE de Dirección (1997 y 2003); del Premio Celestina al Mejor Director (1998) o de la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1999). En 2005, siendo aún presidente de la Asociación de Directores de Escena (cargo que ostentó hasta 2007), retoma su carrera de director y productor con Óscar o la felicidad de existir. Posteriormente, ha impulsado montajes como El mágico prodigioso (2006); ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás? y El león en invierno (2007); La vida es sueño y Puerta del Sol, un Episodio Nacional (2008).
Igual de brillante es el currículum de los dos adaptadores, Luis Alberto Cuenca y Alicia Mariño. Destacado poeta y ensayista, además de novelista, el primero ha sido director del Instituto de Filología del CSIC y de la Biblioteca Nacional de España, así como secretario de Estado de Cultura. En 2010 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia y en sus estanterías figuran los premios nacionales de Crítica (1985) y Traducción (1987).
Aunque conocida sobre todo por sus populares apariciones en televisión (Médico de familia; Quien da la vez…), Luisa Martín (señora Conway) atesora una gran experiencia teatral: La muerte y la doncella, Como abejas en la miel, Historia de una vida, Abre el ojo, El verdugo, La malcasada… Algo similar ocurre con uno de sus compañeros, Alejandro Tous (Alan), que saltó a la fama por su papel como protagonista de la serie Yo soy Bea y que ya ha actuado en montajes como Romeo y Julieta, La máquina de Hamlet, Con cara de gol en contra o el Macbeth de Gerardo Vera. Junto a ellos, dan vida a la familia Conway y allegados Nuria Gallardo (Kay), Ruth Salas (Carol), Juan Díaz (Robin), Chusa Barbero (Madge), Débora Izaguirre (Hazle), Román Sánchez Gregory (Ernest Beevers) Alba Alonso (Joan Helford) y Toni Martínez (Gerald Thornton).
El iluminador, José Manuel Guerra (Ay Carmela, Lope de Aguirre, Amor de don Perlimpín con Belisa en su jardín, o El método Grönholm), es natural de Las Palmas de Gran Canaria.
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