A Coruña, 12 de abril de 2012 / Cartas al Director / Suso do Madrid
Por pura coincidencia, declaraba a un periódico madrileño el conocido psiquiatra Luís Rojas Marcos, que la tendencia a la felicidad es genética en el ser humano y que está relacionada con la idea de que vivir merece la pena. El tema de la felicidad es uno de los más tratados a lo largo de la historia humana. No en balde ese “gen” del que hablaba el célebre psiquiatra establecido en Nueva York, está inscrito por Dios en el corazón del ser humano desde el momento de su creación.
El hombre se mueve siempre en busca de su felicidad, pero con frecuencia sigue las vanas promesas de los ídolos, como ha dicho también el Papa en México. La auténtica felicidad sólo se alcanza cuando el hombre encuentra aquello para lo que está hecho. Las ideologías materialistas han tratado y tratan de ofrecer felicidad a través de la satisfacción de los instintos, pero el hombre siempre tiene sed de más y experimenta con amargura la frustración de esas falsas promesas. El corazón del hombre pide el Infinito: por eso descubrir a Quien puede darnos la auténtica felicidad es la gran tarea de la vida humana. Por eso la cuestión de Dios no puede dejar de ser el centro de la vida personal y social.
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