SALT (Girona), 18 de agosto de 2012 / Cartas al Director / Jesús Martínez Madrid
Estos días, como es habitual, los periodistas nos van a machacar con que después de un periodo de vacaciones aumentan las separaciones matrimoniales y los divorcios, para intentar contrarrestar estas informaciones me ha parecido interesante la siguiente: La verdad es que sir Paul (magistrado del Tribunal Supremo de Inglaterra y Gales desde el año 2000 y descendiente, por cierto, del poeta Samuel Taylor Coleridge) no es precisamente un filósofo del amor, que tienda a adornar sus puntos de vista. En sus entrevistas, repite casi siempre las mismas ideas, a veces de forma descarnada. Se nota que es un hombre curtido por horas de pleitos y sentencias. “Mi mensaje es éste: Lucha por tu matrimonio. No te rindas. Arréglalo, no lo rompas”, dice con frecuencia.
El juez Coleridge ofrece otra perspectiva del mismo fenómeno: unos 3,8 millones de niños en Inglaterra y Gales viven pendientes de que se resuelvan los procedimientos judiciales sobre el divorcio de sus padres.
“Estamos ante una de las heridas más dolorosas de la sociedad”, dice el magistrado. “Por eso, en los últimos años, siempre que he tenido la oportunidad de hablar en público sobre las rupturas familiares, lo he hecho. Pero ahora he llegado al convencimiento de que es el momento de actuar, no solo de hablar”.
Con la puesta en marcha de la Marriage Foundation, Coleridge aspira a crear “un movimiento en todo el país destinado a cambiar las actitudes desde abajo hasta lo más alto de la sociedad, de modo que mejore la vida de todos, especialmente de los niños. Queremos promover el matrimonio como el patrón oro de las relaciones de pareja”.
El magistrado ha buscado el apoyo de cuatro patronos para arropar su iniciativa. Como él, todos tienen amplia experiencia en los tribunales de familia. Además, los cinco llevan mucho tiempo casados; si se suman sus años de matrimonio, sale un total de 204. En un momento en que la duración media de los matrimonios británicos se sitúa en 11,4 años, este patronato puede tener un valor pedagógico para la sociedad.
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