Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 9 de enero de 2015 / Artículo de Opinión / Agustín Ortega Cabrera (*)
Todavía nos llegan los ecos de la celebración, tan significativa, del XXV aniversario de los Jesuitas mártires de la UCA (Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"), en el Salvador. A continuación, vamos a tratar sobre la vida y obra de uno de estos mártires, menos conocidos, como es I. Martín-Baró SJ. Nacho, como le llamaban sus amigos, nació en Valladolid y fue Vicerrector, Jefe de Departamento y Profesor de Psicología de la UCA. Además de ser reconocido como uno de los más significativos científicos sociales y psicólogos de América Latina, incluso a nivel internacional, Martín-Baró destacó, como el resto de sus compañero mártires, por su entrega, servicio y compromiso social con los más pobres y excluidos; por la defensa y promoción de la vida, dignidad y derechos (humanos, sociales…) de las personas y pueblos, para su desarrollo y promoción liberadora e integral.
El conocimiento y tarea de la psicología social de Martín-Baró se propone desideologizar la realidad, desenmascarar aquellas “ideologizaciones” que encubren la verdad real, que motivan la in-humanidad, des-realizan y alienan a las personas. Esas ideologizaciones que sumen en el fatalismo, en la pasividad y resignación ante el mal de la injusticia para, de esta forma, sostener el injusto des-orden establecido. Quiere recuperar la memoria de los pueblos, sus historias, virtudes y luchas por la solidaridad y la justicia. Frente al mal, la opresión e injusticia, como nos enseña el maestro P. Freire, hay que promover una lectura crítica y ética del mundo, de la realidad. Con una concientización y educación-formación liberadora, solidaria y social, democrática y transformadora desde los oprimidos. Tal como nos muestran, asimismo, otros autores imprescindibles de la educación o pedagogía, junto a Freire, como L. Milani o el mismo J. Dewey. Hay que promocionar la responsabilidad y el compromiso con todos aquellos movimientos sociales, como el de los trabajadores o los ciudadanos en general, los movimientos morales y espirituales que opten por la
justicia, el bien común y el desarrollo integral de los pueblos.
Aquí destacan los estudios, más desde el punto de la psicología de la religión,
de testimonios espirituales como Mons. Romero, Arzobispo del Salvador, con el que colaboraron estrechamente los jesuitas de la UCA. Y que, 9 años atrás, había sido asesinado igualmente por su defensa y promoción de la justicia y la vida, de la dignidad y derechos de los pobres. La religión y la espiritualidad tienen, en su misma entraña, todo un potencial humanizador y saludable, liberador y de compromiso ético-social, como se ejemplifica en el testimonio de Mons. Romero. Aunque también se puede manipular por los poderes de todo tipo, y degenerar en deshumanización, alienación y fatalismo, resignación ante al mal e injusticia para mantener (naturalizar) el des-orden injusto establecido, complementando las perspectivas con la sociología de la religión.
(*) Doctor en Ciencias Sociales ULPGC
Todavía nos llegan los ecos de la celebración, tan significativa, del XXV aniversario de los Jesuitas mártires de la UCA (Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"), en el Salvador. A continuación, vamos a tratar sobre la vida y obra de uno de estos mártires, menos conocidos, como es I. Martín-Baró SJ. Nacho, como le llamaban sus amigos, nació en Valladolid y fue Vicerrector, Jefe de Departamento y Profesor de Psicología de la UCA. Además de ser reconocido como uno de los más significativos científicos sociales y psicólogos de América Latina, incluso a nivel internacional, Martín-Baró destacó, como el resto de sus compañero mártires, por su entrega, servicio y compromiso social con los más pobres y excluidos; por la defensa y promoción de la vida, dignidad y derechos (humanos, sociales…) de las personas y pueblos, para su desarrollo y promoción liberadora e integral.
El conocimiento y tarea de la psicología social de Martín-Baró se propone desideologizar la realidad, desenmascarar aquellas “ideologizaciones” que encubren la verdad real, que motivan la in-humanidad, des-realizan y alienan a las personas. Esas ideologizaciones que sumen en el fatalismo, en la pasividad y resignación ante el mal de la injusticia para, de esta forma, sostener el injusto des-orden establecido. Quiere recuperar la memoria de los pueblos, sus historias, virtudes y luchas por la solidaridad y la justicia. Frente al mal, la opresión e injusticia, como nos enseña el maestro P. Freire, hay que promover una lectura crítica y ética del mundo, de la realidad. Con una concientización y educación-formación liberadora, solidaria y social, democrática y transformadora desde los oprimidos. Tal como nos muestran, asimismo, otros autores imprescindibles de la educación o pedagogía, junto a Freire, como L. Milani o el mismo J. Dewey. Hay que promocionar la responsabilidad y el compromiso con todos aquellos movimientos sociales, como el de los trabajadores o los ciudadanos en general, los movimientos morales y espirituales que opten por la
justicia, el bien común y el desarrollo integral de los pueblos.
Aquí destacan los estudios, más desde el punto de la psicología de la religión,
de testimonios espirituales como Mons. Romero, Arzobispo del Salvador, con el que colaboraron estrechamente los jesuitas de la UCA. Y que, 9 años atrás, había sido asesinado igualmente por su defensa y promoción de la justicia y la vida, de la dignidad y derechos de los pobres. La religión y la espiritualidad tienen, en su misma entraña, todo un potencial humanizador y saludable, liberador y de compromiso ético-social, como se ejemplifica en el testimonio de Mons. Romero. Aunque también se puede manipular por los poderes de todo tipo, y degenerar en deshumanización, alienación y fatalismo, resignación ante al mal e injusticia para mantener (naturalizar) el des-orden injusto establecido, complementando las perspectivas con la sociología de la religión.
(*) Doctor en Ciencias Sociales ULPGC
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