Cáceres (España), 3 de mayo de 2015 / Cartas al Director / Juan García Rodriguez
Ha empezado el mes de Mayo y quiero recordar que es un mes que los católicos dedicamos a María, la Madre de Dios. ¿Cómo? Ella, María, como no puede ser de otra manera, nos enseña, quiere i puede hacerlo porque Dios puso en su corazón el Don de Piedad, ese don que tantos tildan de “beatería”, pero que las personas orantes saben que no tiene nada que ver con eso.
En ella descubrimos que, el Don de Piedad es el que nos enseña a ser pequeños, a vernos necesitados del Señor, el que nos lleva a ir entregando retazos, de esa vida que Él nos ha dado, a cuantos se cruzan en nuestro camino.
El Don de Piedad sana nuestro corazón de toda dureza; nos abre a la ternura de Dios como Padre y se manifiesta en la mansedumbre, la paciencia, la tolerancia y el perdón.
Como en el caso de los apóstoles, también nuestra fe necesita renovarse, de ahí que nos acercamos a la Madre para que sea ella la que nos enseñe a confiar en el Señor, a ponerlo como lo imprescindible en nuestra vida, a estar abiertos a la llegada del Espíritu Santo y a darle gracias por tantas maravillas como realiza a través nuestro.
Porque queremos, lo mismo que María, que Dios sea el motor de nuestra existencia, queremos dejar que todo se haga según su voluntad, queremos -como ella- que sea tan uno con nosotros, como lo es nuestra respiración. Pidámosle que durante este mes nos enseñe a prepararnos para contemplar la Santísima Humanidad de Cristo el próximo mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario