SALT (Girona - Cataluña), 06 de enero de 2016 / Cartas al Director / Jesús Martínez Madrid
El día 6 de Enero la Cristiandad festeja el día de la Epifanía o manifestación de Dios a los pueblos gentiles. Hubo tres Reyes venidos del Oriente cuyos nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar, se destacan aún hoy en el universo de los santos. Eran sabios y conocían las antiguas tradiciones y profecías que anunciaban la venida de un Mesías que habría de redimir a la humanidad.
Llegado el momento, salieron de sus lejanas tierras iniciando un largo y penoso viaje. Hubo un poeta que puso en boca de uno de los tres Magos estas bonitas palabras: “…de día, el descanso, por la noche nuestro largo caminar, nuestra fe por antorcha y esta estrella misteriosa por guía, así pasan los días y las noches, pero algo me dice que estamos llegando…”.
Efectivamente, guiados por la estrella, después de una larga travesía por montañas y desiertos, llegaron a Jerusalén. Allí la estrella que les servía de guía desapareció y se dice que en ese trágico momento les faltó todo menos la fe, pues su fe no titubeo jamás.
Se dirigieron a quienes pensaron que les podían ayudar y así supieron que las escrituras decían que El Mesías habría de nacer en Belén de Judá. Tomaron entonces el camino hacía Belén, y al salir de Jerusalén la estrella que habían perdido volvió a aparecerles y ellos entonces se llenaron de inmensa alegría. Poco después llegaron a Belén para adorar al Niño y ofrecerle los regalos simbólicos de oro, incienso y mirra (oro como Rey, incienso como Dios, mirra como hombre). Allí “vieron al niño con María, su Madre y, cayendo de rodillas, le adoraron” (San Mateo 2, 7-12).
Los Reyes Magos representan la primicia de la conversión de los pueblos gentiles al Dios verdadero. La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, incluso más antigua que la de Navidad. Sus orígenes se remontan en Oriente al Siglo III.
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