Sant Feliu de Guíxols (Girona - Cataluña), 31 de agosto de 2016 / Cartas al Director / Pedro García
He visto estos días algunos medios de comunicación haciéndose eco del suicidio asistido protagonizado por Betsy Davis, una norteamericana que decidió invitar a sus amigos a un fin de semana en su finca para pasar con ellos las últimas horas antes de tomar una dosis mortal de fármacos.
Hace tres años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y su movilidad había quedado reducida al mínimo. No quería morir de insuficiencia respiratoria, ni conectada a unos aparatos, decía.
Un caso impactante y conmovedor, difícil y delicado, sin duda. Sólo puedo solidarizarme con el sufrimiento de esta persona y respetar su decisión. No voy a juzgarla porque no soy quién, ni tengo derecho. Pero sí creo sería conveniente hacer algunas consideraciones generales, el suicidio es matarse, el asistido es pedir que te maten. Insisto: dejando a un lado el caso personal de esta señora.
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