Siempre he creído y así lo he defendido pública y privadamente que hacer política no es más que tomar decisiones para mejorar la vida de las personas. Las elecciones del pasado 24 de Mayo han mostrado que muchas de estas decisiones no han sido las correctas y así nos lo han hecho saber alto y claro los ciudadanos. Es por ello que se ha alterado sustancialmente la situación política en Canarias y se perfila un horizonte cuando menos inestable que hace percibir un futuro en el que la convivencia y los principios democráticos deben primar sobre la ambición partidista si queremos reconducir la política en nuestra tierra.
En estos días mi entorno cotidiano se ha llenado de amigos que han perdido sus cargos políticos en Ayuntamientos, Cabildos y otras instituciones. Siempre digo y mantengo que hay vida después de la política y que sobre todo nunca las derrotas deben disfrazarse de victorias. Debemos asumir la realidad, solventar el problema y tomar decisiones valientes, en lo personal y en lo político.
Coalición Canaria, el Partido Popular y el Partido Socialista, los grandes partidos con capacidad para vertebrar Canarias, han perdido la confianza de muchas canarias y canarios, si bien CC sigue siendo la lista más votada en nuestro Archipiélago y no debemos obviarlo. Nueva Canarias consigue consolidarse en el panorama político isleño, siendo casi hegemónica en Gran Canaria. Los movimientos populistas, esas marcas blancas de la política, se han implantado arropados por propuestas utópicas y radicales, de ideologías dispares, de difícil realización práctica y con el riesgo de quebrar derechos ciudadanos consolidados y de colapsar la economía, no yendo más allá de predicar en tertulias y cenáculos políticos.
Mi partido, el Centro Canario Nacionalista, sufrió a principios de 2014 una fuerte crisis interna en la isla de Gran Canaria que tuvo como consecuencia la práctica desaparición de la formación en dicha isla, lo que poco a poco y a pesar de no pocos esfuerzos para evitarlo por quienes conformábamos la dirección del mismo, le hizo convertirse en la realidad en una formación reducida presencialmente a la Isla de Tenerife. Si a eso unimos el abandono del Presidente Fundador, Lorenzo Olarte, el viraje hacia Nueva Canarias de nuestros compañeros de La Gomera, la soledad de nuestros cargos públicos en La Palma y una alianza estratégica no demasiado acertada con UNIDOS para las Elecciones de este año que además forzó el abandono de los centristas en Telde, hizo todo ello en su conjunto que no conectáramos con electorado y supuso un castigo tal en las urnas que derivó en la práctica desaparición de casi cualquier institución del CCN.
Tras un íntimo proceso de reflexión he decidido, en coherencia y honestidad para conmigo y para con quienes me rodean, renunciar a mi condición de Secretario Federal del CCN, pero no a la política ni a mi ideología centrista, liberal y reformista que me permite, aunque no lo crean, ser nacionalista. El liberalismo persigue muchos de los principios que defienden los nacionalismos: la libertad para elegir y la limitación de los poderes coactivos.
Siempre defenderé la economía de mercado, la libertad de comercio, la libre circulación de personas, capitales y bienes, así como la posibilidad de todos los canarios de decidir en que Estado político queremos encuadrarnos quienes constituimos la sociedad civil, que no es más que la capacidad de autodeterminación. Siempre intentaré, desde donde esté, que ese nacionalismo no se base en el proteccionismo, el intervencionismo, la coacción política y la exclusión. Canarias es lo suficientemente fuerte, gracias a su riqueza humana, para poder conseguir lo que se proponga.
No rompo un carné, no reniego de mi pasado ni pienso que el esfuerzo haya sido baldío. He intentado tan honesta como ilusamente cambiar un poco las cosas. Me alejo con la tristeza interior de lo que no pudo ser y con el sentimiento de pena por dejar atrás muchas personas y amigos con mis mismos principios y que inspiraron mis mejores días.
No es un arranque vehemente, ni la reacción ante concretas traiciones o ante un maltrato electoral las que me llevan a este momento. Se trata de una decisión largamente meditada y que obedece a razones morales y políticas que quienes me conocen bien saben son sinceras. En mi conciencia existen aciertos y errores, pero lo que he defendido lo he hecho por convencimiento, incluso por encima de intereses políticos o partidistas que en algunas ocasiones intentaron sin éxito doblegarme.
Deseo agradecer, al fin, a todos los que han confiado en mi y me han ayudado a cumplir mejor y más eficazmente con mi deber estos años tanto en el partido como su Secretario Federal como en el Gobierno de Canarias en mi labor como Director General del Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria (ICCA) donde aún continúo en funciones.
Si alguien considera que la experiencia acumulada estos años puede ser útil para mejorar nuestra tierra, puede contar con mi entera disposición. El camino hacia la solución empieza por la autocrítica y comenzando desde abajo se ve la cumbre de otra manera. Me conformo con encontrar gente buena e imperfecta que reconozca sus propios fallos antes que los de los demás.
@AlfonsoJLT