Todos hemos recibido las lluvias como agua de mayo en diciembre. Una isla como la Gomera, seca y herida por un incendio, pero ansiosa de volver a brotar. Justo a tiempo han llegado las primeras lluvias. Justo a tiempo los hombres y mujeres de Gesplan realizaron el trabajo de limpieza y de poda de palmeras. Justo a tiempo se realizaron las fajinadas y albarradas en las zonas quemadas del Parque Nacional Garajonay para evitar la erosión y la perdida de suelo.
Con estas aguas el suelo multiplica por cien su capacidad de regenerar la nueva vida vegetal y animal. El incendio no solo afectó a la corteza vegetal que vemos. Este incendio arrasó con la fauna invertebrada que vivía, en ese momento, sobre el suelo, y que son especies vitales para las plantas. Somos esperanzadores de que estas lluvias provoque un “boom” en el nacimiento de esta fauna, desaparecida pero no extinga.
El valor del suelo es tan o más importante que la propia planta. La reutilización que se ha hecho de los desechos vegetales sobre el terreno, tiene su razón de ser por eso mismo, facilita el enriquecimiento en nutrientes vivos y químicos.
Otros desechos pasan a ser residuos, que se han quemado aprovechando precisamente las buenas condiciones de humedad de estos días. En Valle Gran Rey y en otras zonas se han podido apreciar humaredas, todas estas procedentes de quemas controladas por el personal de Gesplan.
Para los palmerales y para el Parque Nacional del Garajonay estas lluvias son el maná y con ellas aumentan las esperanzas de una pronta recuperación. Tan solo esperamos que continúen.