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martes, 2 de febrero de 2016

Matar una sola cabra...

Gáldar (Gran Canaria - Canarias), 02 de febrero de 2016 / Artículo de Opinión / Fernando Baéz (Sacerdote).

... lo tienen más que difícil, pues son tan sensibles, que se percatan de la cercanía de alguien aún a gran distancia, así son de finas en sus escuchas u oídos, y emprenden la huida a escondida, con lo que desaparecen con gran facilidad, sin dejar rastro o huellas, tan pronto observan a alguien que se acerca a ellas y no es su dueño. 

Incluso si alguna encerrona se les quisiera presentar el que lo haga -caso casi imposible- corre el grave peligro de no salir bien parado, pues en su huída lo hacen con tanta fuerza y velocidad, que el más leve roce puede poner en más que grave situación la vida del osado que se atreva a tal aventura, por lo que mi consejo -una vez más- es que las dejen tranquilas donde están; que no molestan a nadie; que ningún daño hacen  a nada endémico por plantar (es como poner la tirita antes de la herida); que siempre han estado ahí y no hay razón para su desaparición a tiros, y ello ¡ni que en guerra estuviéramos contra ellas!, inocentes animales que solo hacen vivir y mantener la biodiversidad, la misma que sin ellas iba a desparecer como está científicamente demostrado, sin ellas nada sería fértil, ni la tierra -donde la haya entre riscos y piedras- será removida, con lo que sin cabras, nos quedaríamos también si flora; así que déjenlas donde están, que es su puesto y no lo cambien por lo que ni es propio ni va a pegar, poner endemismos, que si los ponen se los comerán el sol y la sed, pero no las cabras, que muy selecta en su alimentación rechazan la resina, como tantas veces ya he dicho, por si de tanto repetirlo se enteran, pues nótese cómo todavía, absolutamente nadie ha desmentido una sola de mis verdades en estos largos ya y extensos escritos defendiendo a nuestras cabras.

El Padre Báez, redundando en lo dicho ya tantas veces, ¡y las que te rondaré morena!, pues parece el hueso es duro de roer y vamos a ver si al fin lo conseguimos: las cabras en su reino, y las plantas a proteger, en el Jardín Canario (Tafira), si son endémicas.

“... el enemigo las persigue a muerte...” (salmo 142).

Recuerden: el viernes 12 de febrero a las 20,30 nos encontramos defendiendo nuestras cabras en la Asociación del Valle de Agaete. No lo olvides; invita a los pastores y todos tus amigos, y allí nos vemos, nos escuchamos y decidimos. ¡No nos faltes!