El capitán de ‘Los Diablillos Amarillos’, que llegó a El Pajar en 1968, es conocido por tener en el coleccionismo de cervezas del mundo su gran afición, y en el mundo del fútbol su gran pasión
El Pajar y Poblado Cesa (San Bartolomé de Tirajana - Gran Canaria), 10 de abril de 2015 / fiestas de Santa Águeda / Gabinete de Prensa.
El que fuera capitán de los ‘Diablillos Amarillos’ y jefe de producción de la fábrica de Cementos Especiales durante 35 años, Pedro Lasso Miranda (El Risco de San Nicolás, 1944), pregonará este viernes el comienzo de las fiestas de Santa Águeda, en El Pajar de Arguineguín, a las 21:00 horas.
Casado y con dos hijos y tres nietos, el pregonero tiene pensado ofrecer a la vecindad de El Pajar y Poblado Cesa sus anécdotas de vida en este rincón de Gran Canaria, un lugar que desconocía por completo y a la que llegó por vez primera en 1968 por la antigua carretera de polvo y tierra, a bordo de un wolsvagen que conducía uno de los dirigentes de la fábrica, según recuerda.
Llegó a la bahía de Santa Águeda para trabajar como jefe de laboratorio en la fábrica de Cementos Especiales, aprovechando que había estudiado ingeniería técnica industrial química. Un año antes, con 23, había tomado la decisión irrevocable de abandonar la práctica del fútbol pese a ser un prometedor jugador que militaba en el Aficionados, entonces equipo filial de la Unión Deportiva Las Palmas. Con este club fue campeón juvenil de España en la temporada de 1962, militando como centrocampista y capitán de ‘Los Diablillos Amarillos’, nombre con el que aquella escuadra pasó a la historia.
Su gran afición
Tras 5 años ejerciendo la jefatura del laboratorio, Lasso pasó a ocupar la jefatura de producción de la Fábrica hasta su jubilación, hace ya diez años. Desde entonces se dedica casi por entero a su gran afición como coleccionista del mundo de la cerveza, una aventura que inició hace 20 años y que en las dos últimas semanas lo trae de cabeza.
Desde que empezara a ello con un jarra, Pedro Lasso colecciona ya 4.615 botellas originales, más de mil jarras y 52 grifos de cerveza llegados a su pequeño museo de 120 m2 desde todos los rincones del planeta. En su espacio se exponen para regocijo personal y el de todo el que llega a visitarlo muchos tesoros e innumerables artículos vinculados con la cerveza: jarras, chapas, posavasos, bandejas, vasos, cuadros, llaveros, gorros, abridores, espejos, banderas, libros…
Reconoce que esta colección existe porque la buena de su mujer muy pocas veces pisa el recinto donde almacena 20 años de vida dedicada a una bebida tradicional, que le gusta alemana, y con mucha espuma. Ha empezado a conocer y a fichar las numerosas marcas de cerveza artesanal que están apareciendo en Canarias.
Aparte de una baja palpitación del corazón que empieza a cuidar con mucha precaución por edad y esmero, entre sus dos grandes preocupaciones destacan el modo de articular una posible apertura de su museo, y el futuro devenir de su colección, posiblemente de las mayores de Europa, cuando él ya no tenga fuerzas ni espíritu para mimarla. Cada uno de sus valiosos objetos está fechado y datado en fichas antiguas de cartón. Desde su jubilación se resiste a introducir la informática en su paraíso de vidrio y porcelana de todos los colores y tamaños.
Su gran pasión
Entre las anécdotas de su pregón destacará seguro su gran pasión por el fútbol, primero como jugador y después como entrenador o incluso como miembro del comité de entrenadores de la Federación de Fútbol de Las Palmas, en la que ejerció como presidente durante 10 años y los últimos 11 como vicepresidente.
A Pedro Lasso se le debe que el fútbol llegara al Barranco de Arguineguín. Con él se organizó y montó el Club Santa Águeda, que pasó en temporadas consecutivas de Tercera Regional a Segunda y a Primera, después a Preferente y a 3ª División, categoría que conservó durante 11 años ininterrumpidamente. En esa laureada trayectoria del equipo siempre ejerció como secretario técnico e incluso muchas veces como entrenador esporádico.
Pese a dejarlo como profesional, el mundo del fútbol lo atrapó como jugador veterano en activo hasta que cumplió los 52 años, compartiendo en el histórico Cortefiel inolvidables jornadas deportivas con amigos que tristemente ya han desaparecido. Ahora ayuda al equipo veterano Plus Ultra de Vecindario, al que entrena; sigue los partidos de la Unión Deportiva y los del Madrid, y siempre tiene en la memoria al equipo de Cercados de Espino.