Santa Brígida (Gran Canaria - Canarias), 3 de septiembre de 2015 / Óbito - Pochi / Gabinete de Prensa.
Pochi se marchó como vivió, sin hacer ruido. La vida es muy cabrona, muchas veces abandona a la gente más necesaria. Pochi hacía mucha falta aquí abajo. A su hija y a su hijo, a su compañera, a sus hermanos, a sus padres, a trabajadores con conciencia, a cooperativistas, a sus amigos.
El próximo 15 de septiembre hubiera cumplido 56 años. La economía social, las cooperativas, las trabajadoras y trabajadores y los empresarios que entienden la economía como el bien común tenían en Benjamín González Oramas un hombre entregado a esas causas. Taxistas, guagüeros, actores, actrices, gente de la cultura, periodistas,…acudimos a Pochi cuando intentamos buscar alternativas económicas, otras formas de hacer empresa. No fueron las únicas causas que defendió Pochi.
En las últimas elecciones municipales, cuando la enfermedad ya llevaba un tiempo persiguiéndolo, asistió a asambleas y mítines de Ando Sataute, mostrando su generosidad, siempre en segundo plano, intentando empujar para que las cosas cambiaran en su pueblo. Sabía Pochi que hay que actuar localmente para lograr un cambio global.
En las últimas elecciones municipales, cuando la enfermedad ya llevaba un tiempo persiguiéndolo, asistió a asambleas y mítines de Ando Sataute, mostrando su generosidad, siempre en segundo plano, intentando empujar para que las cosas cambiaran en su pueblo. Sabía Pochi que hay que actuar localmente para lograr un cambio global.
Mis últimas conversaciones con Pochi fueron en su despacho, estuvo asesorándome como abogado justo unas semanas antes de que se conociera las dimensiones de su enfermedad. Luego, a través de su hermano Nacho me fui enterando de las peleas de Pochi por la causa de todas las causas, por la vida. Hace apenas un mes el último diagnóstico anunciaba un final cercano.
Por eso en este último años tuvo Pochi muchas razones para enfadarse con el mundo (yo diría que también con ese dios tan nombrado siempre en la casa de la infancia).
Por eso en este último años tuvo Pochi muchas razones para enfadarse con el mundo (yo diría que también con ese dios tan nombrado siempre en la casa de la infancia).
Qué gran familia los González Oramas. Cuánto he aprendido con las conversaciones con el padre de Pochi, Benjamín, y con su tío Enrique. Me decía Enrique este miércoles en la despedida de su sobrino que Pochi fue una referencia a nivel de Canarias y del estado en los movimientos a favor de la economía social. La amistad con Nacho me metió más todavía en esa casa. Por eso se añurga uno al pensar que este martes la tristeza se metió en la casa de tanta buena gente. Es tan grande (en sabiduría y en historias) la casa de esta familia numerosa que el cielo estrellado de Santa Lucía fotografiado por Nacho González sería el techo ideal para cobijarlos a todos, quizá por eso Pochi escogió esa foto de su hermano para acompañar su perfil de facebook en los últimos meses.
Por eso nos duele esta marcha de un tipo grande que hizo mejor este mundo, que desde su despacho de abogado y como formador de cooperativistas contribuyó a que la gente pueda ser más libre, a que la Justicia no sea simplemente una de las muchas palabras manoseadas por los fariseos del templo que tienen secuestrada la democracia. Aunque, eso sí, hay que reconocer que la puñetera enfermedad que nos dejó sin Pochi también es una muestra de que la injusticia gana muchas batallas y siempre, la cabrona muerte, aparece sin pedir permiso. Gracias por todo, Pochi, que la tierra te sea leve, compañero.