domingo, 21 de marzo de 2010

La profesora Julieta Cristina Schallenberg realiza en el Museo Elder un recorrido histórico de la energía en Canarias

La conferencia que tuvo lugar el pasado viernes, 19 de marzo, respondió a preguntas como: “¿Qué tipo de energía se utilizaba? ¿Cómo se utilizaba? ¿Cuándo se dieron los cambios de un sistema energético a otro? ¿Por qué se dieron esos cambios? ¿Cuáles fueron las dificultades que se encontraron en cada una de estas etapas?”


Esta iniciativa se enmarca en el ciclo Canarias eléctrica que ha puesto en marcha el Museo Elder y en el que destaca la exposición Canarias eléctrica, iluminación, arte y sociedad 1850-2010, comisariada por Jonathan Allen

Las Palmas de GC, 21 de marzo de 2010 | Cultura | Gabinete de Prensa.

El Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología de Las Palmas de Gran Canaria, centro adscrito a la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias, acogió ayer viernes, 19 de marzo, la conferencia La historia de la energía en Canarias, a cargo de Julieta Cristina Schallenberg, profesora de la ULPGC. Esta conferencia se enmarca en el ciclo Canarias eléctrica que ha puesto en marcha el Museo Elder y en el que destaca la exposición Canarias eléctrica, iluminación, arte y sociedad 1850-2010, comisariada por Jonathan Allen.

Durante su exposición Julieta Cristina Schallenberg realizó un recorrido histórico y descriptivo de la energía en Canarias desde la época prehispánica hasta el siglo XXI, para dar respuesta a preguntas como: “¿Qué tipo de energía se utilizaba? ¿Cómo se utilizaba? ¿Cuándo se dieron los cambios de un sistema energético a otro? ¿Por qué se dieron esos cambios? ¿Cuáles fueron las dificultades que se encontraron en cada una de estas etapas?”.

De esta forma, la experta pretendía dar una visión holística del recorrido energético de Canarias, analizar sus cambios y cómo la energía ha condicionado el modo de vida en las Islas.

En este sentido, precisó que la población aborigen se caracteriza por ser una sociedad agrícola primitiva, que no conocía el metal. “Desde el punto de vista energético se puede calificar a esta población como autosuficiente, su principal fuente energética era la fuerza humana, y esta fuerza obtiene sus calorías de la alimentación. La base alimenticia de los aborígenes eran los cereales. El utensilio alimenticio más extendido y utilizado era el molino de mano, con el cual trituraban los cereales”, destacó.

La otra fuente energética utilizada era la leña, que se usaba tanto para producir calor como para cocinar e iluminar.

Durante su conferencia, la profesora de la ULPGC explicó que “éstas eran todas las fuentes energéticas utilizadas en este periodo, a parte, por supuesto, del uso del Sol que se hacía en todas las sociedades primitivas, que consistía fundamentalmente en el secado de alimentos.

La conquista de las Canarias supuso el comienzo de la dependencia desde el punto de vista energético o, lo que es lo mismo, el comienzo de la importación de las fuentes de energía. Las primeras fuentes energéticas que se importaron fueron los animales de tiro y los esclavos. Estos esclavos provenían principalmente de África”.

Por otra parte, y a la vez que se iban asentando los colonizadores, se iban desarrollando nuevas infraestructuras, lo que aumentó la demanda energética. Esta demanda energética tenía que ser cubierta fundamentalmente por la fuerza humana, dada la inexistente disponibilidad de otra fuente energética local, por lo que hubo que recurrir a la importación de esclavos para cubrir las necesidades energéticas de los conquistadores.

Julieta Cristina Schallenberg aseguró que “con la conquista también llegaron los conocimientos de los conquistadores, quienes ya conocían los molinos de agua. Los primeros molinos se agua aparecieron pocos años después de la conquista, aunque en un principio su proliferación fue escasa y, en todo caso, convivieron con los molinos de mano. Hacia mitad del siglo XIX los molinos de agua se habían extendido por casi toda la geografía canaria, aunque seguían utilizándose también los de mano. Estos molinos de agua, al igual que los anteriores, tenían la finalidad principal de moler cereales”.

Los molinos de viento aparecen con posterioridad, hacia finales del siglo XVIII, y su utilización se extiende rápidamente por todas las islas, pero marcan de manera especial el paisaje de Fuerteventura, isla en la que proliferan significativamente, en comparación con las demás. En Gran Canaria también se extendieron considerablemente. La importancia de estos molinos en Canarias es patente, pudiéndose ver, aún hoy en día, los vestigios de aquellos ingenios en casi todas las islas.

Durante la conferencia que acogió el centro adscrito a la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias se precisó que “la introducción de los combustibles fósiles en Canarias vino de la mano de la navegación. El paisaje de los puertos canarios, al igual que ya había sucedido en Europa, fue cambiando y los grandes veleros (carabelas, fragatas, etc.) fueron dejando paso a los grandes barcos de vapor. Estos barcos utilizaban carbón, por aquel entonces este carbón procedía principalmente de Gran Bretaña, debido a las distintas compañías carboneras de origen inglés establecidas en las islas capitalinas. El carbón se almacenaba en los puertos canarios, que servían como punto de repostaje para los grandes mercantes en sus viajes transcontinentales. Aprovechando el almacenamiento del carbón en los puertos de las islas, pronto se comenzó a desviar una parte para el consumo interno de las islas”.

Además, el carbón fue utilizado en las islas durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, fecha en la cual deja paso al petróleo, cuyo uso se extiende rápidamente, desplazando totalmente al carbón que termina por desaparecer de las islas hacia 1960.

En 1893 se inaugura el primer servicio eléctrico de Canarias, fue una centra hidráulica en Santa Cruz de La Palma. En 1902 llega a las Islas el primer automóvil. Estos hitos representan el principio de la era actual, desde el punto de vista energético, era caracterizada por el dominio absoluto del petróleo. Algo más de un siglo después no tiene Canarias un vehículo, sino casi un millón y medio. Tampoco tiene 50 kW de potencia eléctrica instalada (ésta era la potencia de aquella 1ª central de Santa Cruz de La Palma) sino unos 1700 MW.

A juicio de la experta, “este salto energético ha representado también un salto en la economía canaria, en la sociedad, en su calidad de vida y en su estilo de vida. Pero todo ello a un coste, al coste de haber aumentado de dependencia energética de Canarias por encima del 99%”.

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