lunes, 14 de noviembre de 2011

PODERES SALVAJES

Agüimes, 14 de Noviembre de 2011 | Opinión | Antonio Morales Méndez (*)

Sometido al acoso de “los mercados” y a las políticas neoliberales -que ya han dejado en
la cuneta a siete presidentes de otros tantos países- al primer ministro griego Papandréu no
se le ocurrió otra cosa, hace un par de semanas, que convocar un referéndum para que su
pueblo decidiera libremente de qué manera encaminar su futuro. ¡Para qué fue aquello! La
afirmación del mandatario heleno de que “el pueblo debe decidir, y si el plan no se aprueba,
no se aplicará” puso en marcha de manera inmediata la maquinaria arrolladora de las
presiones y chantajes para hacerle desistir. La amenaza de condicionar la entrega de 8.000
millones para aportarle liquidez al país, con la advertencia de Durao Barroso de que esta
decisión tendría “penosas” consecuencias para ellos y las andanadas casi dictatoriales de
Merkel y Sarkozy que veladamente les hacían una invitación a abandonar la UE, obligaron a
dar marcha atrás, y más tarde a presentar su dimisión, al “atrevido” Papandréu. Y está
calando tanto el mensaje en todos nosotros -también en los progresistas- que no fueron
pocos los que vieron como un egoísmo que en la cuna de la democracia se preguntara a los
ciudadanos sobre su futuro. Una vez más se producía la escenificación palmaria de que los
mercados están muy por encima de la voluntad ciudadana y de la autonomía y la democracia
de los países para tomar libremente sus decisiones; de que la batalla entre los poderes
fácticos económicos y la política tiene un claro vencedor. ¡Estaría bueno que Grecia repitiera
la movida de Islandia y abriera nuevos caminos a recuperar la soberanía de los países
europeos frente a los mercados y a hacer valer las autonomías nacionales ante el Merkozy!
¡Estaría bueno que los griegos se rebelaran ahora contra los exejecutivos de Goldman Sachs,
que falsearon y ocultaron sus cuentas una y otra vez hasta hacerles llegar a la situación
actual y que ahora ocupan la presidencia del BCE, la división del FMI para Europa y la
Agencia griega de Deuda Pública!

Lo que debería ser la norma se convierte en un escándalo para la economía y la política
neoliberal y pervierte las democracias del Viejo Continente hasta dejarlas en manos de
poderes salvajes, (“la libertad salvaje y sin ley” de la que habla Kant como poder del más
fuerte en cuanto no sujeto a límites y a reglas), tal y como señala el jurista y profesor de
Filosofía y Teoría del Derecho Luigi Ferrajoli en su último y esclarecedor libro editado en
España por Trotta: “Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional”.

Según el intelectual italiano “una democracia puede quebrar aun sin golpes de estado
en sentido propio, si sus principios son de hecho violados o contestados sin que sus
violaciones susciten rebelión o, al menos, disenso”. La política debe ser un instrumento de
actuación del derecho, “sometida a los vínculos que le imponen los principios
constitucionales: vínculos negativos, como los generados por los derechos de libertad que no
pueden ser violados; vínculos positivos, como los generados por los derechos sociales que
deben ser satisfechos”. Los derechos fundamentales no son solo límites a la democracia
política sino su sustancia democrática y las garantías constitucionales de los derechos
fundamentales son también garantías de la democracia.

Para Ferrajoli uno de los grandes males de nuestras democracias se produce por la
confusión entre la separación de esfera pública y privada, entre poderes políticos y
económicos. “Los conflictos de intereses generados por la estrecha alianza entre poderes
políticos públicos y poderes económicos privados y por la sustancial subordinación de los
primeros a los segundos” da lugar a una peligrosa conjunción de corrupción e intercambios
políticos con lobbies y medios de comunicación: “cada vez es más fuerte la relación entre
dinero, información y política: dinero para hacer política e información, información para
hacer dinero y política, política para hacer dinero e información…”. La subordinación de la
libertad de información a la propiedad de los medios de comunicación “ha llegado a
superponerse a un derecho de libertad de rango constitucional, la libertad de prensa y de
información”. Los pueblos se vuelven frágiles y cambiantes si fallan las garantías de los
derechos fundamentales y la libertad de información.

Los partidos se han convertido en maquinarias no democráticas - conducidas

incomprensiblemente por cargos del partido que son a su vez cargos públicos- concebidas
para servir al jefe con un sinfín de “elegidos” alimentados y condicionados por prebendas y
que se han transformado “de representantes del pueblo en cortesanos”; a los que consienten
se les homologa y a los que disienten se les denigra y los ciudadanos se ven reducidos al
papel de espectadores. Alimentan el bipartidismo, niegan la pluralidad, están obligados a
asemejarse y se reducen las campañas electorales a mera publicidad en la disputa por el
centro político.

Mientras los poderes se concentran, a la sociedad se la disgrega, se la divide. Se fomenta
el conformismo favorecido por el “indiferentismo” hacia lo público y se promocionan
“fracturas en la sociedad y rupturas de la solidaridad social”. Se persigue incansablemente la
despolitización masiva que se traduce en abstención y en antipolítica y se fomentan todos los
egoísmos y el debilitamiento del sentido cívico. Se deseduca a las masas, lo que “contribuye a
la descalificación de la moral pública como moralismo e hipocresía y, con ello, la promoción
de la desconfianza, la suspicacia y la sospecha frente a todos los actores de la vida pública”.

Se utiliza el miedo para legitimar prácticas políticas como el ataque a los inmigrantes.
“Ignorancia y miedo, egoísmos antisociales y desinterés por la política” son otras maneras de
pervertir la democracia.

Con la agresión al trabajo y a los derechos de los trabajadores (el paro, el trabajo en
precario, la renuncia a los derechos con el chantaje de los despidos…) se consigue “la
depresión del espíritu público, juntamente con los valores constitucionales de la igualdad y
la dignidad de las personas”.

Luigi Ferrajoli llama a la pedagogía cívica; a la refundación de los partidos políticos
promoviendo la democracia interna con una ley, la separación de los cargos de los partidos y
los cargos institucionales, su sometimiento a las leyes si se les financia con dinero público y
que vuelvan a ser “asociaciones de base, capaces de promover el compromiso colectivo y la
pasión política”; a potenciar las funciones de garantía del estado social y de los derechos
sociales a la salud, a la educación y a la subsistencia: “la inversión productiva más eficaz”; a
poner la Constitución a salvo de golpes de mano de la mayoría “reforzando la rigidez
constitucional” y evitar que se cuestionen o limiten los derechos de libertad, los derechos
políticos y los derechos sociales; a revitalizar la relación entre sociedad e instituciones
representativas y librar una batalla cultural en un doble sentido: en el sentido de que el nexo
entre democracia y constitución es un hecho cultural, hoy desaparecido del sentido común, y
en el sentido, más general, de que el desarrollo de la cultura es un factor esencial de la
construcción de la democracia”. Con todo esto, ¿cómo se nos podría ocurrir pensar que los
“poderes salvajes” aceptaran así, sin más, el referéndum griego?

(*) Alcalde de Agüimes

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