Telde, 22 de julio de 2010 | Opinión | Nino Jiménez - (Animador Sociocultural, Músico y folklorista)
En nuestras islas llamamos “Maestros de la tierra “, a nuestras personas mayores por todo su saber y su quehacer, sobre todo, porque cultivan un don particular y peculiar cargado de experiencias, heredado de generaciones anteriores, en el ámbito familiar, social y cultural, y del cual, las nuevas generaciones deseamos asimilar y entender. De ellos aprendemos lo que en otros tiempos eran hechos y formas de vida en el devenir y transcurrir cotidiano de nuestra gente y que se generalizaba en cualquier rincón de nuestras islas. De ellos aprendimos también, y lo seguimos haciendo hoy en día, su forma de hablar, de vestir, de comer, de festejar, de trabajar el campo, de cuidar el ganado….. y un sinfín de características y circunstancias, que los que trabajamos en rescatar, recopilar, investigar y estudiar los modos y formas de vida de nuestros antepasados, continuamos en la labor y el empeño de quererlo aprender y ofrecer a las actuales generaciones para su conocimiento y posterior legado. Esta inquietud, la poseía también el desaparecido amigo y folklorista Jorge Luís Vega Peña. Y no es para menos, ya que el seno de su familia más cercana siempre ha estado vinculada al campo, a las tareas agrícolas, al cultivo de frutas y verduras, y a la labranza y cuidado de animales; por lo que desde su niñez, ha emanado, ha engullido las descamisadas de piñas, las veladas de parida, las trasquilás del ganado con la entrada del verano, las buenas taifas con fiestas y bailes en el terruño familiar, entre otras tantas. Por ello, su amor, a las cosas de la tierra, lo tenía más que aprendido.
Desde su incursión en el mundo del folklore musical y sus bailes o danzas autóctonas, Jorge Vega tenía bastante claro lo que quería, defendiendo desde un primer momento el folklore más puro, autóctono y de raíz, el de la tierra, frente a las falsificaciones, imitaciones o meros espectáculos, que otros querían imponer en aquel momento, empeñados en devaluar unas formas de vida y diversión de nuestros antepasados que había que respetar y mantener intactas y vivas ante todo.
De ahí, su perseverancia sobre todo en sus clases de baile, explicando siempre a los participantes de los mismos, de la creatividad e inventiva que tenían algunos particulares y colectivos por enseñar “pasos de baile” que no eran originales, de los emanados de nuestros mayores, tomando como referencia siempre el baile legado de la Agrupación Folklórica “Los viejos de Gáldar”, que marcaron un hito en la conservación de sus más hondas tradiciones rescatando y conservando los primitivos bailes de taifa.
Jorge Vega, inició su actividad en la Escuela Municipal de folklore en el año 2000, en la etapa en la que yo era coordinador de la misma y en la que se trataba de buscar a personas con experiencias en colectivos folklóricos de nuestro municipio y que encontrándose sin actividad laboral, se pudieran incorporar como monitores para la Escuela de Folklore de Telde, bajo la iniciativa, por aquel entonces, del concejal de cultura, Ildefonso Jiménez Cabrera.
Pero sus inicios en el folklore, viene de mucho más atrás, concretamente desde la creación de la Asociación Juvenil Neyga (Hermano en la antigua lengua aborigen) en el barrio de la Pardilla, allá por el año 1982. Dentro las múltiples actividades que desarrollaba este colectivo, se forjó la A.F. Neyga, siendo Jorge Vega desde un primer momento el monitor o “capitán del baile”, pasando a denominarse el colectivo “Escuela Taller Tildet” de la Pardilla en el año 1995, desarrollando una interesante labor de investigación etnográfica que ha sido distinguida por el cabildo de Gran Canaria con el “Roque Nublo de Gran Canaria”, dando motivo a la creación del CDOPIT (Centro de documentación de patrimonio intangible de Telde).
Jorge Vega, fue al mismo tiempo, uno de los precursores e impulsor en 1985 de las jornadas de estudio y folklore de la pardilla, las cuáles se institucionalizaron a través del Ayuntamiento de Telde desde su II edición, habiéndose celebrado la última y IX edición en el año 2002.
Participaba también con numerosos colectivos folklóricos de nuestra isla que le requerían por su sapiencia en el aprendizaje del baile canario, desde San Mateo, Tenteniguada, La Aldea, Agüimes, Ingenio, entre tantos otros, que evito nombrar por la cantidad.
Jorge Vega, era al mismo tiempo, una persona inquieta por saber más, por formarse, procurando estar siempre presente en cursos, seminarios, congresos o jornadas de folklore que le sirvieran de reciclaje para una continua formación personal y laboral.
Nos ha dejado una persona valiosa, querida, muy humana, con mucho sentimiento y volcada en su trabajo. Son muchos los folkloristas, que de una forma u otra, han desaparecido en los últimos 10 años. Todos con una labor encomiable realizada al completo, unos, encaminadas y otros a medio realizar. Todos merecerían un homenaje, un reconocimiento, un agradecimiento por su trabajo, devoción y quehacer en difundir y potenciar nuestras costumbres y tradiciones. Todos han hecho, forjado y formado escuela. Jorge Vega Peña, no podía ser menos, lo ha realizado en los últimos 10 años a nivel institucional, al ser monitor de baile de la Escuela Municipal de Folklore de Telde, y es por ello, por lo que vengo a proponer, en este sentido y no en otro, que nuestro alcalde, como máxima autoridad, o en quien delegue, proponga al pleno municipal, en el momento que considere oportuno, que nuestra Escuela de folklore pase a denominarse “Escuela Municipal de Folklore Jorge Vega de Telde”.
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