Madrid, 5 de julio de 2010 | Cartas al Director | Gabriel Roselló
Sr. Director:
Para la mitad de las mujeres entre los 30 y 44 años, tener un hijo ha alterado su vida laboral, obligándolas a una reducción de la jornada, al abandono temporal o definitivo del trabajo. La existencia de hijos no explica por sí sola la dificultad de conciliación entre trabajo y familia.
Los países que forman parte de la Unión Europea tienen una alta tasa de fecundidad y registran la mayor actividad laboral femenina del resto de los países no incorporados a la UE.
Es frecuente que en una familia joven ambos cónyuges tengan un contrato temporal, lo cual influye en sus decisiones de natalidad. La mayoría de las mujeres de los países de la Comunidad Europea creen que el modelo ideal es aquel en el que ambos cónyuges tienen un trabajo de similar dedicación y se reparten el cuidado de los hijos.
La actividad laboral femenina no impide traer hijos al mundo e incluso formar familias numerosas. Esta es la opinión sobre el trabajo y los hijos, de un autor del siglo pasado cuando recordaba a los padres que “no duden en tener una familia numerosa, porque lo prioritario no es la búsqueda del éxito profesional, sino transmitir a los hijos aquellos valores humanos y cristianos que dan el verdadero sentido a la existencia”.
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