Estos días que vivo con especial intensidad mi condición de socialista acudiendo a diferentes actos organizados por el partido de cara a las elecciones generales, me siento más identificado que nunca, si cabe, con formar parte de un proyecto político de una estructura fuerte, arraigada y con convicciones. Lejos de intentar vender humo, dar gato por liebre, o eludir nuestra responsabilidad, el PSOE actualmente, afronta con entereza y determinación, la difícil coyuntura económica que nos ha tocado vivir.
Podríamos detenernos en hacer un análisis exhaustivo y minucioso de los diversos condicionantes económicos que nos han conducido a la situación actual. Pero ni yo soy economista, ni trato de aburrir con datos y números a la gente, principalmente porque a la inmensa mayoría de la sociedad, ni le importa, ni lo entendería jamás. Solo conviene recordar, que la situación de crisis es global, o sea, que se padece internacionalmente, no solo España, como tratan de dibujar los partidos, que sin proyecto político, aspiran a gobernar sin alternativas o plan de actuación.
No me gusta la idea de centrar un artículo exclusivamente en la crisis económica, pero entiendo que por su virulencia y tremendas consecuencias, es lo que por responsabilidad, toca. Me considero una persona sencilla y cercana a la gente, y por mi condición de sindicalista (amén de mi corta trayectoria política), conozco muchos casos en primera línea, de personas que están sufriendo muchísimo, por problemas económicos. Familias con dificultades para pagar el alquiler, la luz, el agua, o algo tan esencial pero fundamental, como la comida. No descubro nada nuevo a estas alturas, pero a todos los que me quieren escuchar, les digo que esta situación es eventual, y que con un gobierno preocupado en las políticas sociales como el que propone el PSOE, no solo saldremos antes de la misma, sino que además lo haremos fortalecidos.
Considero que la esencia de la política y la base de la democracia, es la alternancia en el poder. De igual forma, soy enemigo de mayorías absolutas y todo lo que suponga gobernar “sin control”. Quiero decir con esto, que si el próximo 20 de noviembre, la mayoría de los españoles consideran oportuno, confiar la responsabilidad de gobierno de España a cualquier otro partido que no sea el PSOE, lo consideraré lícito, algo normal en un estado de derecho como el nuestro. No supondrá ningún drama para los socialistas de bien, afortunadamente, la inmensa mayoría de nosotros. Aceptaremos la voluntad general, pero eso sí, lo único que pido, es que los votantes no vayan engañados o confundidos a la cita electoral porque les hayan machacado en la cabeza, que la crisis es culpa del PSOE, que solo existe en nuestro país, y que la solución la traen otros “bajo el brazo”, como si estuvieran dotados del poder de una varita mágica para solucionarlo, porque eso es totalmente falso.
La experiencia que he vivido estos días al lado de referentes del partido, como Juan Fernando López Aguilar, o el candidato a la presidencia del Gobierno de la nación, Alfredo Pérez Rubalcaba (entre otros), me ha servido para refrendar lo que ya sabía; solo la izquierda puede representar el avance de este país, sin desproteger los derechos sociales e individuales de los más desfavorecidos, la igualdad social, o la libertad intelectual y cultural de las personas. Somos más, por eso pretendo poner mi granito de arena que ayude a movilizar al mayoritario electorado de izquierda de este país, en un momento crítico de nuestra historia. Que nadie logre la victoria con mentiras y confusión, sembrando miedo y desazón. Que no aprovechen la debilidad económica para jugar con la ideología de la gente, y que no digan que tienen la solución, porque eso es mentira. Propongo para terminar, que los lectores se formulen una pregunta, y mediten muy bien la respuesta. Para los que siembran el desánimo y alimentan el terror dibujando un panorama sin solución ¿tienen algún plan para después del 20-N?. Yo diría que no.
(*)es candidato al Congreso de los Diputados por el PSC-PSOE y militante de la Agrupación Juan Negrín.
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