Málaga, 20 de febrero de 2012 / Opinión / Jose V. Cobo.
Dado que cada ser humano está conectado con los cosmos, también cada persona es un microcosmos en el macrocosmos. Lo que hacemos por tanto a otras personas o al planeta Tierra con sus animales, plantas y minerales, nos lo hacemos a nosotros mismos y eso viene a nosotros de vuelta con todo detalle, según sea lo que hayamos introducido en el macrocosmos y en nuestra alma.
Muchas veces continuamos sin querer admitirlo, pero es así: ésta sociedad actual pobre en valores, que casi ya no muestra respeto por la vida, que en definitiva está contra sí misma y actúa en contra del planeta Tierra, y que trata como mercancía todo lo que vive, a la larga no puede subsistir. Muchas personas comprenden desde hace tiempo cada vez más algo sobre lo que la ciencia también está informando: que la Tierra, con todas sus formas de vida, está devolviendo al ser humano lo que éste ha hecho y sigue haciendo al planeta Tierra con sus animales, plantas y minerales. La cosecha del ser humano, en vista del desequilibrio de nuestro planeta, es denominada cambio climático.
Nosotros, todos los seres humanos de todas las generaciones, hemos contaminado el clima de la Tierra. La mayoría de las personas han perdido el respeto por la vida. ¿Por qué?, porque la mayoría de los seres humanos no saben lo qué son la conducta correcta y la moral. La codicia, la corrupción y el saqueo de los recursos naturales reemplazaron la conducta correcta y la moral. Ya no se tiene ninguna consideración por aquella que nos alimenta, la madre Tierra. La llamada de esta generación distanciada de la Tierra y de la naturaleza, dice: ¡Haz el mal y cree que el mal afectará a otros!, Pero la ley cósmica no es variable, sino que perdura, y cada acción equivale a una reacción, dicho de otra forma, lo que el ser humano siembre, eso cosechará.
De la publicación. “Déjate guiar”
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