Las Palmas de GC (Canarias), 8 de septiembre de 2014 / Artículos de Opinión / Juan Carlos Cárdenes Domínguez
Acabamos de ver en
estos días la oración de Chávez que supera cualquier ridículo propio o ajeno.
No se veía desde la época del Imperio Romano en que los emperadores eran
dioses. En esa época, una vez al año, se debía quemar incienso ante una estatua
del César o Emperador, se le consideraba un dios. El César era “Deo Invicto” y
tenía su templo.
Eran otros tiempos,
en la actualidad divinizar a un político desatinado, megalómano, loquinario,
cocainómano y demente supera cualquier teatro de las vanidades y va más allá de
cualquier relato de ciencia ficción.
Ningún régimen se
ha atrevido a llegar tan lejos. El Presidente Maduro, sucesor de Chávez, supera
a cualquier Estado en desatino como Corea del Norte. Venezuela, a diferencia de
Corea, ha sido bendecida por la madre naturaleza con enormes riquezas, sin
embargo, el factor humano deja mucho que desear. Es el ser humano el que crea
el valor diferencial, es el capital humano el que crea valor para la sociedad,
la familia, la Economía. Maduro se ha convertido en un grotesco bufón a la
altura del abominable espectáculo del “bombero torero”. Venezuela está a merced
de espíritus del Bajo Astral, afirmación que he oído de un venezolano asombrado
y aterrorizado por el destino depravado que aguarda a sus paisanos.
Pobre gente la que
rece el Chávez nuestro que estas en los Cielos.
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