Josefa Romo (Madrid), 25 de junio de 2015 / Cartas al Director / Josefa Romo
Sucedió, hace nada, en Brighton, Colorado, y se mostró en una foto. En un accidente de tráfico, mientras unos policías se ocupaban de las víctimas, otro tomó en brazos a una niña para distraerla y ocultarle a su padre fallecido y a los heridos. La noticia incendió las redes sociales. Grandes gestos en pequeños detalles que impactan porque reflejan la hermosura interior de una persona. Suceden todos los días y en cualquier lugar. Hay mucha gente con sensibilidad, despierta y abierta a las necesidades de los demás; gente buena que transparenta su semejanza divina ("Dios es Amor" e "hizo al hombre a su imagen y semejanza"). Inclinados al bien, si encuentran algo de valor, buscan al dueño; si alguno se cae, lo levantan; si ocurre una desgracia, corren a echar una mano...; si alguien sufre cerca, se solidarizan; gente con empatía que jamás se burla. Han alcanzado la madurez de la personalidad, no se han dejado embrutecer por el egoísmo. Evoco el consejo de una religiosa cuando yo era casi niña: "estad atentos a las necesidades de los demás y acudid antes de que os lo pidan". Benedicto XVI escribió, en 2012: "Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9)...; es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence". San Pablo decía: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24).
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