SALT (Girona), 2 de enero de 2016 / Cartas al Director / Jesús Martínez Madrid
“El Concilio Vaticano II, no considera a los laicos como si fueran miembros de ‘segundo orden’, al servicio de la jerarquía y simples ejecutores de las órdenes superiores sino como discípulos de Cristo, llamados a animar cualquier entorno, cualquier actividad y relación humana con el espíritu del Evangelio”, recordó el Santo Padre en el mensaje que envió al cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, y a todos los participantes en la Jornada de estudio, -organizada por el dicasterio que preside el cardenal Rylko y la Universidad Pontificia de la Santa Cruz- en el que se recordó el 50º aniversario de la promulgación del decreto conciliar “Apostolicam actuositatem” del Concilio Vaticano II, sobre la importancia de la vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo.
El Concilio Vaticano II, señaló el Papa, fue “un extraordinario acontecimiento de gracia, que cuenta entre sus muchos frutos, con una nueva forma de considerar la vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, y que encontraron una expresión magnífica principalmente en dos grandes Constituciones conciliares Lumen Gentium y Gaudium et Spes.
Estos documentos “consideran a los fieles laicos dentro de una visión de conjunto del Pueblo de Dios, al que pertenecen junto a los miembros del orden sagrado y a los religiosos, y que participan en la forma que les es propia, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo mismo”.
Pero el Concilio Vaticano II, señaló el Pontífice en su mensaje, como cada Concilio, interpela a cada generación de pastores y de laicos porque es un don inestimable del Espíritu Santo que debe ser recibido con gratitud y sentido de responsabilidad.
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