Santa Cruz de Tenerife (Canarias), 26 de mayo de 2016 / Artículo de Opinión / Pedro M. González Cánovas (Miembro de ANC)
¿Es un espejismo? ¿O solamente un simulacro, como lo del 15M? Cierto es que la monarquía democrática española no tiene fundamento para sobrevivir en este siglo XXI, por lo menos bajo el sello de democracia. Pero es cierto que se nos pretende convencer insistentemente.
Da hasta cinco definiciones directas la Real Academia Española de la lengua. Cuesta escoger la que define correctamente al actual régimen español. Quizás, la más apropiada sea “Democracia representativa”, de la cual se lee: “que se ejerce a través de representantes surgidos de elecciones libres y periódicas”. Sí, con ese relleno pomposo de “libres y periódicas”. Solo que las españolas tienen la supervisión real de Felipe VI, por un derecho contemplado en la Carta Magna del Estado español. La intrusión monárquica sería difícil contemplarla en alguna definición de democracia.
Por otro lado, los españoles se han hecho especialistas en irrumpir en las democracias extranjeras de habla hispana, tal y como está pasando actualmente con la de la República de Venezuela. Tanto la monarquía borbónica como los diferentes gobiernos españoles median a favor de multinacionales y el imperialismo de los mercados, publicitándolo abiertamente, valiéndose de dinero público para llevar a cabo esas campañas.
Lo del “desbordamiento democrático” sale a colación por lo ocurrido recientemente en Cataluña, que me perdonen en esa nación si el término que utilizo no es correcto. Lo cierto es que la “democracia” española prohíbe por ley todo tipo de consulta popular localizada; ya sea en Canarias, en Cataluña, o en cualquier lugar del estado español y sus posesiones de ultramar.
Hablamos de la misma democracia que ha cerrado revistas, periódicos, radios y cualquier medio de comunicación que se le vaya de las manos. La “democracia” que prohíbe partidos políticos; la que sentencia a ciudadanos que se supone no han cometido delito político a no poder participar de su política “democrática”. Me pregunto qué hubiera pasado si a Nelson Mandela, en Sudáfrica, le hubieran aplicado la legislación “democrática” española que pretenden que cumpla Otegui; seguramente el apartheid y la masacre diaria de aquel régimen fascista seguirían vivos.
De todas formas, sí que quiero señalar que lo del “desbordamiento democrático” fue un planteamiento de Antonio Cubillo (D.E.P.) a principios del siglo XXI. Donde el independentista canario, nos planteaba a otros la posibilidad de llevar a cabo una consulta popular en Canarias sobre la independencia. Como todos sabemos, esto no llevó adelante.
En España, es tanto el miedo que le tienen a la auténtica democracia que ahora se empeñan en hacernos creer que se están repitiendo las elecciones del pasado diciembre. Cuando esa es solo una falaz mentira; estas son nuevas elecciones y la actual la legislatura más corta de la época postfranquista.
Con todo ello, aún no me manifiesto proabstencionista –ya veremos más adelante- ya que votar es la manera de quitarle poder a la derecha del PP, a la de Cuidadanos, a Coalición Canaria, al PSOE y no sé cuántas fuerzas políticas españolas más. Me da que sigo sumando, al final, sí que esta vez soy accidentalmente abstencionista.
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