La celebración quiere conseguir el título de Fiesta de Interés Turística Nacional
Alcalá de Henares (Madrid), 10 de abril de 2014 / Semana Santa / Enrique Sancho
El niño logró situarse en primera fila colándose entre las piernas de los mayores. No sabía muy bien qué iba a ver, pero todos los niños habían hecho lo mismo y él no iba a ser menos. Parecían expectantes, como si algo grande fuera a ocurrir. A lo lejos se oían ruidos, ¿o era música?, no estaba muy seguro, parecían tambores. Miró las caras de los mayores que estaban sobre él. ¿Por qué estaban tan serios, parecían tristes? ¿No habían dicho que esto era una fiesta? Cosas de los adultos... menos mal que él apenas tenía cuatro años y cualquier cosa que alterase la rutina del pueblo era una fiesta. Él no pensaba ponerse serio.
Poco a poco, el ruido o la música se fue acercando. Ahora estaba seguro, eran tambores, como el que él tenía en casa, pero un poco más grandes. Y los llevaban hombres vestidos de negro, también con el rostro serio, como todos los mayores. Y detrás iban otros hombres también negros y con la cabeza cubierta con un raro cucurucho y con unos hachones con fuego en las manos. Y aún más detrás venía una estatua, no, dos, que otros hombres llevaban a hombros.
El niño miró las figuras de barro o madera de potentes colores y se estremeció. Una mujer lloraba, las lágrimas parecían auténticas, aunque la figura no lo era. Pero peor era lo que iba detrás, una figura casi desnuda y cubierta de sangre. En las manos tenía clavados unos clavos enormes como los que a veces había visto en el taller del herrero, y también en los pies. Y había sangre o pintura roja, no estaba seguro, en la cabeza, en el costado... por todas partes. Ahora comprendía los rostros serios de los que estaban a su lado. Serios era poco, a él le daban ganas de llorar y, lentamente, se fue escabullendo de la primera fila y se puso detrás de todos, allí no veía casi nada. No entendía que los mayores dijeran que eso era una fiesta, él prefería simplemente jugar con sus amigos y correr por el campo...
Quinientos años despuésHan pasado casi quinientos años desde entonces y la Semana Santa sigue puntual a su cita en Alcalá de Henares. Ha cambiado mucho, naturalmente, ahora exhiben sus atributos y sus imágenes once cofradías con veinte pasos y más de 5.000 cofrades, pero el escenario sigue siendo casi el mismo. Ahí están esas casas centenarias de recias paredes y techos de teja, ahí esas decenas de iglesias, cada una con sus torres y campanarios y con sus decenas de nidos habitados por cigüeñas durante todo el año, ahí palacetes, plazas y rincones que guardan historias y leyendas. Y entre medias de todas ellas circulan las procesiones como pueden, porque más de 100.000 personas se agolpan en las calles y marcan su camino.
Patrimonio de la HumanidadCada Semana Santa es diferente, no solo por el estilo de cada cofradía, por el valor de las imágenes, por la música... sobre todo por el escenario en que trascurre. Y pocos escenarios son tan ricos y armónicos como las calles y plazas de Alcalá de Henares. Fundada por el cardenal Cisneros a principios del siglo XVI, Alcalá de Henares fue la primera ciudad universitaria planificada del mundo. Fue el ejemplo de la Civitas Dei (Ciudad de Dios), comunidad urbana ideal que los misioneros españoles trasplantaron a América, y sirvió de modelo a toda una serie de universidades en Europa y otras partes del mundo. Este fue el principal mérito, aunque no el único, para que el 2 de diciembre de 1998 la UNESCO declarara a la Universidad y recinto histórico de la ciudad de Alcalá de Henares Patrimonio de la Humanidad. Alcalá tuvo que competir con más de cuarenta candidatas, entre las cuales se encontraban algunas ciudades españolas.
Reponer fuerzasHoras de contemplar procesiones o recorrer la ciudad requieren reponer fuerzas. No hay que preocuparse, estamos en el lugar ideal. En Alcalá hay decenas de pequeños restaurantes y bares que se afanan en agradar a sus visitantes. Precisamente en estos días se ha puesto en marcha una nueva iniciativa –Alcalá Gastronómica–, que se une a las ya tradicionales Semana Gastronómica y las Jornadas Gastronómicas Cervantinas de octubre, que anima a todos los establecimientos a ofrecer a sus clientes platos de degustación originales y, sobre todo, baratos, entre 2 y 5 euros, compitiendo entre ellos por el favor del público.
Más información: www.ayto-alcaladehenares.es