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martes, 16 de octubre de 2012

¿Por qué detestamos tanto a la clase política?


Santa Cruz de Tenerife (Canarias), 15 de octubre de 2012/ Artículo de Opinión / Eloy Cuadra Pedrini.

Será porque lo dice el último barómetro del CIS –la clase política es el tercer problema en preocupación para los españoles, y subiendo-, o porque lo dice el juez Pedraz –la clase política está en decadencia-; será por la corrupción política, por los privilegios, porque apoyan a los bancos y abandonas a los ciudadanos; será porque son más falsos que un billete de 30 euros, o será por la falta de soluciones reales ante la crisis. Sin duda que por todo eso es, y por mucho más. Pero, para afirmarme en semejantes evidencias no hacía falta escribir un artículo, ya que todos a estas alturas nos hemos dado cuenta. Así pues, habremos de afinar un poco más, y a ello voy.

Si se fijan, la mayoría de críticas apuntan a los políticos que de una u otra manera detentan áreas de poder o lo hicieron en el pasado. La corrupción, las prebendas, los privilegios, el compadreo con el poder económico o la falta de soluciones son, por tanto, mayoritariamente achacables a los políticos que gobiernan. En base a ello, debería haber una parte de la clase política limpia de toda culpa, exenta de crítica, entusiasta, presta y dispuesta a afrontar unos comicios para tomar el relevo y hacer todo eso que la ciudadanía reclama. Lo cierto es que nada de eso ocurre, el descrédito le llega también a los políticos opositores que aspiran al poder, y en cada concurso electoral asistimos a los mismos resultados con apenas variaciones, con cada vez más abstención, más voto en blanco y más voto nulo como resultado del hartazgo general. ¿Por qué? ¿Somos injustos los ciudadanos al meterlos a todos en el mismo saco?, ¿nos manipula una clase de ultraderecha antipolítica como apuntan los de la pequeña izquierda?, ¿o somos tontos? En mi opinión, ni una cosa ni la otra, y la clave está en la clase política.

El ciudadano de a pie no detesta “al político”, detesta a “la clase política”. La clase, como estamento social o casta privilegiada, ese grupo que piensa, habla y actúa de la misma forma independientemente del color del partido en el que esté o el grado de poder que detente. Ahí radica el asunto, y por alguna suerte de sortilegio extraño, en Canarias, y en España, en general, a la gran mayoría de políticos –salvo a algunos que imagino andarán por algún sitio- les va el corporativismo entre colegas. Así, les basta entrar en alguna corporación como concejal, diputado o consejero de la oposición, y algunos ni eso, para creerse ya parte de esa clase política, olvidando por completo a los ciudadanos a los que se deben y representan. Será por aquello de que “el roce hace al cariño”, será porque opositan y anhelan estar en el lugar del que gobierna, será porque se acomodan y sin querer se olvidan de a quien se deben, o será porque están muy bien formando parte de la farsa como comparsas imprescindibles y no desean que nada cambie. La cosa es que los políticos de la oposición –y aquí apunto especialmente a los que se llaman de la verdadera izquierda-  no hacen nada por diferenciarse de los que se alternan en la poltrona, esto es, PP, PSOE y nacionalistas. La misma demagogia, el mismo tono pedante, forzado, falso y altanero en sus discursos, y el mismo teatro en el juego político. Dicho de otra manera, desde el pacifismo más absoluto: los políticos entre ellos siempre disparan con balas de fogueo. Piénsenlo sino: ¿cuántas veces va un político a un juzgado a denunciar a su oponente en el Gobierno?, y no será por falta de motivos.  ¿Cuántas veces salen a la calle a ponerse al frente de una manifestación antisistema? Nooooo, ellos son prosistema, aunque el sistema sea antipersonas; ellos son la “clase” política, son elegantes, están a otro nivel. 

Su campo de acción es el ruedo político: una moción en un Pleno, un comunicado de prensa, un alegato en una radio, un acuerdo, un pacto, una comisión de trabajo… ¿Y qué es todo esto? Son balas de fogueo que nada cambian y nada solucionan, es una forma de perpetuar el Status Quo que nos tiene a todos donde nos tiene.

Y siempre se escudan en la palabra mágica, la democracia. Han sido elegidos democráticamente, están legitimados, todo está bien así. Pero, ¿alguien se cree a estas alturas de la película que vivimos en una democracia?  Y si de democracia hablamos, la democracia también incluye la vía judicial y de momento todavía también tomar la calle. En estos tiempos tan duros, la gente quiere a políticos duros y valientes que lleguen hasta el final con lo que es de justicia. Pero claro, eso con ellos no va, no les importa y por alguna extraña razón siguen disparando con balas de fogueo. Olvidan que su pusilanimidad, su condescendencia y el corporativismo que muestran con sus oponentes en el Gobierno son causa de miseria y sufrimiento en muchos ciudadanos, siendo así, unos culpables por acción y otros por omisión.  

 Al hilo de todo esto, no hace mucho conversaba en una red social con un concejal de la oposición en la capital tinerfeña que suele disparar bastante con balas de fogueo, el cual me achacaba un sentimiento antipolítico poco justo al incluirlo también a él en el mismo saco. Algo parecido a lo que criticaba el coordinador general de Izquierda Unida en Tenerife en un medio de comunicación afín hace unas semanas. Ellos temen al ciudadano antipolítico y lo toman por tonto. No sé qué les contestarían ustedes a estos dos señores, y a mí sólo se me ocurre referirles que de momento hago como aquel filósofo cínico, Diógenes “el perro”, ese que en pleno día caminaba por Atenas con un candil encendido buscando al hombre auténtico. No sé si llegó a encontrarlo pero hoy, más de 2000 años después, algunos todavía buscamos al político auténtico. Cuando lo encontremos jugaremos a la política, a falta de él seguimos con la antipolítica. Empresa inútil esta de buscarlo, ¿qué creen ustedes? 


viernes, 15 de junio de 2012

“Relato de una tarde en la farsa del rey Clavijo.”


La Laguna (Tenerife), 15 de junio de 2012 / Artículo de Opinión /  Eloy Cuadra Pedrini 

O dicho con otras palabras: aquí les cuento lo que fue para mí participar en el Pleno del Ayuntamiento de La Laguna, de donde es Alcalde el señor Fernando Clavijo. ¿Y qué les cuento?, que aún ando con el estómago revuelto y un muy mal cuerpo tras soportar tres horas de Pleno, o mejor será decir de farsa. Los que conocen cómo son los plenos en política entenderán lo de farsa, los que no lo entenderán cuando acaben de leer este artículo.

A las cinco empezaba el asunto y a las cinco menos diez estábamos allí ya los ciudadanos que íbamos a participar, como intervinientes o como público. Ilusos nosotros pensamos que en política había puntualidad, pues se ve que en este Ayuntamiento no. Y así empezamos, con media hora de retraso, con un ambiente muy distendido y amigable entre sus señorías esperando al señor Alcalde y su séquito. Un primer detalle: aún sin la presencia del máximo mandatario se me ocurrió acercarme al escaño a saludar al señor Viciana, defensor de la moción que llevábamos; ipso facto se me acercó el  bedel para advertirme muy secamente que yo no podía estar ahí. Sin decírmelo me estaba diciendo: “¡Oiga usted, plebe, ¿cómo osa acercarse a tan noble lugar?!”

Y al fin empezó la farsa, se acabó el buen rollito, ya tocaba actuar cada uno en su papel. Y comenzaron reprochándole a la Subdelegación del Gobierno no se qué cosa, a lo que se opuso la bancada del PP, lógicamente. Continuaron con el espinoso tema de las Chumberas y el incumplimiento del Gobierno de Rajoy para con los vecinos afectados, ahí el señor Abreu grandilocuente defensor de los ciudadanos, y otra vez el PP que se opone siguiendo el guión. Y siguió una moción institucional –otro brindis al sol- que pedía al Congreso de los Diputados algo en relación al rescate a la banca, y aquí sí que se tomaron su tiempo, había que lucirse y salía gratis. Si no confundo el orden luego le tocó el turno al señor Mena del Sí Se Puede, quien reprochó al grupo de Gobierno que utilizaran propagandísticamente actos del Ayuntamiento, invitándolos a que los invitaran también a ellos para poder salir en la foto. Después de esto, se ve que tenían prisa por aquello de que jugaba España, y se ventilaron de un plumazo cinco puntos del orden del día relativos a las cuentas de otros ejercicios. 

Todavía, antes de hablar yo tocó hablar unos minutos sobre el Eurovegas y algún comentario público que el señor Clavijo había hecho favorable a la ubicación en La Laguna de tan elegante proyecto, ahí el señor Pérez se lució un poco para no decir demasiado y acabar retirando la moción. Y así, más de dos horas después de las cinco, tras un montón de “vitales” asuntos para los laguneros liquidados por sus señorías, llegó el turno de tratar la moción que me había llevado al pleno, en la posibilidad de que el Ayuntamiento a través de Muvisa hiciera de fiador de determinadas familias con dificultades para acceder al alquiler por carecer de fiador. 

En este punto es donde también yo, cual bufón de la corte, me presto a participar en la farsa, inocente, ridículo, pensando que había alguna posibilidad de que sus señorías consideraran la propuesta. Así, me había preparado el discurso, lo había repetido y estudiado, había seleccionado las palabras, confiado en que el sentido común y la gravedad del asunto harían el resto para que la moción pudiera salir aprobada. A la edad que tengo todavía me pregunto cómo puedo ser tan tonto, hasta el punto de confiar en que los llegaría a convencer. Creo que ni llevando a 20 familias con 60 niños llorando al pleno habrían cambiado el voto que traían ya decidido de casa por disciplina de grupo. Y digo yo: qué divertido debe ser para los comparsas de CC y PSOE asistir a un pleno para levantar la mano cuando toca, sí señor, a eso le llamo yo autonomía personal. Eso cuando están para levantar la mano, porque la señora Blanca Pérez, la que fuera durante años concejala de Asuntos Sociales y sigue en el gobierno para bochorno de toda la ciudad tras salir huyendo borracha de la policía cuando conducía en sentido contrario, y el señor Javier Abreu, no estuvieron presentes en el transcurso de la moción, se ve que sus ilustrísimas tendrían algo mejor que hacer que escuchar a un vulgar ciudadano hablando de los mundanos problemas de la gente baja.

Y así acabó el asunto, con el rechazo de la moción y el subsiguiente cabreo de los pocos vecinos que allí estábamos, y es que según el Alcalde y su grupo es técnicamente imposible que el Ayuntamiento haga de fiador de una familia, y ni se molestaron en estudiar bien el asunto. Por suerte aún tuve tiempo de gritar desde el fondo de la sala que en Marinaleda su Alcalde sí que fía y más que eso a sus vecinos, resultando que no s tanto cuestión de procedimiento como de voluntad. En cualquier caso, no deja de ser  curioso que una institución pública cual Ayuntamiento de La Laguna no pueda fiar solidariamente a familias con dificultades, y sí pueda otra institución pública, cual Estado Español, fiar solidariamente a los señores Botín, Goirigolzarri, Fernández y otros tantos de la familia de los banqueros.

Y hasta aquí el relato, disculpen el rollo, ya pueden seguir con lo verdaderamente importante, que igual hasta ganamos la Eurocopa.   
                                                     

jueves, 2 de febrero de 2012

Sobre el expediente a los estudiantes de AMEC, impunidad y absentismo social

AMEC sindicato de estudiantes: culpables, por supuesto.

Santa Cruz de Tenerife, 2 de febrero de 2012 / Sindical / Eloy Cuadra Pedrini.

Nunca pensé que tendría que retomar tan pronto el hilo de mi último artículo, “¿Eres pobre?, entonces eres culpable”, pero así es, me quedé corto con los desahuciados, los inmigrantes, las mujeres, los ancianos, los enfermos, los parados, los indignados y los sin techo, también son culpables los universitarios comprometidos.

Son culpables por defender los derechos de otros estudiantes, por ejercer su derecho a la libertad de expresión, por pertenecer a un sindicato estudiantil que no se deja comprar. Para el que no sepa de qué va la cosa, la cosa va de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, donde hace cosa de un año el sindicato de estudiantes más representativo, la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario, decidió emitir un comunicado de prensa criticando la tardanza de la Universidad en tramitar unas cuantas becas de otros tantos alumnos de Psicología. Hoy la misiva les trae de vuelta a los jóvenes sindicalistas un expediente sancionador que puede acarrear su expulsión de la Universidad, ahí es nada. El pecado que se les imputa es una falta de probidad. Y ustedes dirán: ¿qué es eso? Probidad es lo que pone en el artículo del texto sancionador, es una forma culta de decir honorabilidad, moralidad, honestidad, lo dicta una norma que entró en vigor en el año 1954. Sí, sí… leen bien, no me he equivocado en la fecha: ¡hace casi 60 años! Imaginen quién la pudo redactar.

Pensar que se les puede arruinar la vida a unos chicos por una falta al honor –por cierto inexistente- en pleno 2012, en Canarias, con la que está cayendo, es como para echarse a llorar, por no reír, o hasta temblar. Más allá de lo insultante del asunto, resulta paradójico que un cargo político como es el Rector castigue a jóvenes estudiantes aludiendo al honor, cuando el honor es casualmente lo primero que te dicen que olvides en todos los manuales de realpolitik de Maquiavelo a esta parte. En la Universidad, y fuera de ella, dos palabras resumen lo que está ocurriendo: impunidad y atropellos. Se entiende bien: la primera para los de arriba, lo otro para el 99% restante. Todo vale, y hasta ahora, también todo nos lo tragamos.

Y lo peor de todo, lo más triste, lo que en verdad me deja perplejo de este asunto de la Universidad, no es el hecho en sí –cosa esperable en un Rector puesto ahí por esa mano que todo lo mueve a este lado de las Islas-, es la nula reacción del resto del espectro universitario ante tamaño atropello, en especial de los profesores.

Sinceramente, no entiendo cómo no sale todo el profesorado a escena –unos 1.700 en la ULL-, cómo no paran las clases, cómo no toman el rectorado para exigir que se revoque tan injusta decisión. Y ya me parece vergonzoso que se mantengan callados ante lo que sucede fuera del campus, en la calle, en España. Así, grave me parece que no alcen la voz como intelectuales que son para desmontar discursos de políticos y banqueros, algo que harían muy bien a poco que se esforzaran y buen servicio que nos prestarían a todos. Grave me parece porque ellos son en definitiva los padres académicos de las generaciones jóvenes y de las que vendrán, y los están mandando poco menos que al matadero sin un ápice de conciencia crítica en sus alforjas. Aún más indigno este silencio cuando se trata de defender de un daño inminente a sus propios alumnos, tal vez a los más valientes, sin duda a los más comprometidos. ¿No se dan cuenta del mensaje que están ayudando a sembrar? ¿Qué creen que pensará el resto del alumnado en adelante, cuando vean lo que les pasa a los que disienten un poco? Si a estos 20 alumnos los condenan hoy, por muchos años no habrá un estudiante que ose levantar la voz en la Universidad de La Laguna.

¿Señores docentes qué les está pasando? ¿Cómo permiten tamaña injusticia? Ustedes tienen la llave. Ustedes y nadie mejor que ustedes para parar esto. ¿No entienden lo que está en juego? ¿Les da lo mismo o acaso es el miedo lo que les retiene? ¡Por favor! Si son funcionarios públicos la mayoría con plaza fija… ¡¿a qué le temen?! Debe ser que ha cambiado mucho la historia últimamente. Y es que en Filosofía, en la ULL por cierto, me hicieron creer que los profesores tienen una responsabilidad social muy grande por cuanto que no se trata sólo de formar a técnicos especialistas en algo, se trata de construir sujetos morales. Parece que eso era sólo un cuento romántico y trasnochado que nos creímos yo y algunos más, y a tenor del silencio de mis antiguos profesores es posible que tampoco ellos se lo tomaran muy en serio cuando nos lo decían.

En fin, triste panorama allá donde miremos. Tan sólo confiar en que este texto llegue a manos de algún profesor o profesora, y en esas recapacite y se pregunte si no hay algo que aún pueda hacer por estos 20 estudiantes valientes, y ahora culpables, por ser valientes, y no los sancionen. Es posible, aún es posible. Tal vez algo iluso, confío en que así será.