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martes, 21 de abril de 2015

Presentación en Arucas del libro “KA I AK - Una isla, una piragua y unas botas de montaña”, el viernes 24 de abril


 “KA I AK - Una isla, una piragua y unas botas de montaña”, es el último libro de José Manuel Espiño Meilán, y se presentará al público el próximo viernes 24 de abril de 2015, a las 20.00 horas, en el Centro Municipal de Cultura de Arucas, sito en la calle León y Castillo de la ciudad aruquense, dentro de los actos del Día Mundial del Libro 2015 en Arucas. 

La labor de presentación del autor y su trayectoria estará a cargo de Lidia Monzón, Comunicadora, conferenciante y mentora para el éxito; y del propio autor, José Manuel Espiño Meilán.

La actividad se encuentra incluida en el programa del Día Mundial del Libro 2015, bajo la organización de la Biblioteca Municipal de Arucas, con quienes un año más colabora LA VINCA Ecologistas en Acción aportando diversas actividades y acciones.

Arucas (Gran Canaria), 21 de abril de 2015 / Presentación - Libro / Gabinete de Prensa.

El autor, José Manuel Espiño Meilán, es un experimentado profesor y reconocido educador ambiental. Trabaja actualmente en el I.E.S. El Calero (Telde). En su tiempo libre, escribe y camina. Tiempo, constancia y sacrificio, necesitan ambas actividades pero en su ejecución el autor no sólo encuentra relax, placer y satisfacción sino que mantiene su relación y compromiso con el medioambiente y la divulgación y defensa del mismo, a través del Colectivo TURCÓN Ecologistas en Acción.


Es esta su cuarta novela. La primera editada: Los silencios de Punta de las Arenas fue publicada en abril de 2013, presentada en el Museo León y Castillo y ha visto agotarse dos ediciones en papel, preparándose ya su tercera edición como libro electrónico.

La segunda, inédita aún, lleva por título: Ventayga, el enigma del nemeth.

“Un centenar de lagartos” es su tercer relato y “KA I AK - Una isla, una piragua y unas botas de montaña” es una invitación a la aventura, aunque también es una novela de amor. Amor a la isla de Gran Canaria, a sus increíbles espacios, sus habitantes salvajes -plantas y animales- y a los seres humanos que buscan en ella su particular paraíso.



SINOPSIS DE LA OBRA:

La novela: KA I AK: una isla, una piragua y unas botas de montaña es una sincera invitación al descubrimiento de la cara oculta de la isla.

Aquella que, bella e impresionante, a gran parte de la población nunca le coge de camino, pues vive en un mundo tan antropizado que necesita de la orientación y planeamiento espacial de su especie para sentirse cómoda y segura, relajada y satisfecha. No es casual el hecho de que los centros comerciales atraigan más personas en su tiempo de ocio que un paseo por el campo, una ruta en bicicleta o una vuelta por la montaña.

El escenario donde transcurre la novela goza de un carisma especial para los amantes de ambos deportes: senderismo y piragüismo. Se trata del litoral grancanario. El periplo que inician los personajes, lleva a Albenes a circunvalar la isla y a Eva a encontrar la paz y sosiego que pretende, caminando. Espacios carismáticos son sus lugares de pernocta. La playa de San Cristóbal, la playa de Montaña Arena, las playas de Guguy, las cuevas fósiles de Punta de las Arenas o la desembocadura del barranco de El Río, son lugares de encuentro y de partida. Encuentro con personajes que dibujan nuevos trazos en sus vidas, diferentes, arriesgados tal vez, siempre optimistas. Partida porque siempre está presente el objetivo trazado, la finalidad del periplo que no es otro que continuar la senda, proseguir la navegación, reencontrarse.

La novela recupera el poder de la decisión, el inconformismo como bandera y el esfuerzo como valor. Las necesidades materiales de Eva no van mucho más allá de unas botas y una mochila. En el caso de Albenes, una piragua y una pala. Tras la firmeza en la decisión, surge el camino.

¿Y las suyas? Si es de los que aún creen que la isla es algo más que una sucesión inacabable de hoteles y apartamentos. Si aún cree que hay espacios vírgenes donde la naturaleza se nos presenta salvaje y se puede escuchar el silencio, entonces, KA I AK, una isla, una piragua y unas botas de montaña, es su novela, o al menos, la disculpa perfecta para acompañarnos en una presentación que será una senda, un camino definido por espacios increíbles, una ruta navegable entre tortugas, mantas, tiburones y delfines.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El litoral de Gran Canaria al golpito: novedoso proyecto para el XXX Aniversario del colectivo ecologista TURCÓN.

Telde, 08 de febrero de 2012 / Artículo de opinión / José Manuel Espiño Meilán (*)

El periplo comenzó en la desembocadura del barranco de Jinámar, limite municipal de Telde, municipio donde tiene su sede el colectivo ecologista TURCÓN, para culminar en el mismo lugar, tras cubrir dieciséis etapas de senderismo crítico y reflexivo, la circunvalación completa a la isla. El inicio de las dos primeras rutas, litoral de Telde, Ingenio y Agüimes, ha sido muy popular, alcanzando la participación, cifras por encima de las cincuenta personas por ruta.

El recorrido de las etapas estará ligado, siempre que sea posible, a circunscripciones municipales, lo que nos ayudará a valorar el grado de interés, respeto, protección, recuperación o abandono que cada corporación local tiene con respecto a su litoral. También nos permitirá analizar las actuaciones que se han llevado a cabo, en algunos casos se trata de buenos ejemplos a seguir y en otros constataremos como el tratamiento de su costa no constituye un elemento destacado de la gestión municipal.

Sorprende a propios y a extraños que una isla como Gran Canaria que dispone de una climatología excepcional a lo largo de todo el año y con desniveles suaves en su franja costera no disponga de una red de senderos costeros que permita a los individuos la comunicación pausada, la observación y el disfrute del paisaje, el desarrollo de actividades turísticas respetuosas con el medio, el cicloturismo, el disfrute de un ocio no agresivo y la potenciación y desarrollo de actividades básicas en la mejora de la salud física y mental del ser humano.

Tratamos además de cuestionar el vehículo motorizado como única y exclusiva forma de entender la movilidad sobre el territorio insular, haciendo hincapié en cómo en esta sociedad que se predica demócrata y tolerante, se ignora al individuo que plantea propuestas diferentes a las consideradas por los grupos de presión políticos y empresariales ya que éstas parten siempre de garantizar un fondo de rentabilidad financiera y que supongan una mayor dependencia de la población y nunca de premisas ecológicas y de sostenibilidad.

Hace treinta años el colectivo TURCÓN planteó una red de senderos peatonales que permitieran unir los municipios colindantes, al menos en aquella franja de la isla donde la ocupación del suelo por el ser humano a través de asentamientos urbanos es notable. El objetivo era favorecer otra movilidad diferente, la de aquellas personas que con un ritmo de vida más sosegado, que desean disfrutar cada segundo de su existencia no detrás del volante de un vehículo sino respirando aire limpio, observando aves o escuchando sus pensamientos, pudieran desplazarse hasta su trabajo, la playa cercana, su centro deportivo, la tienda o la casa de un familiar o amigo, sin necesidad de coger un coche sino a pie, tranquilo, dando un paseo de media hora, una hora o más y mejorar así su tono muscular y su calidad de vida, al tiempo que ayudaba a descongestionar el eterno problema de contaminación que todos padecemos y al cual todos ayudamos a crecer día tras día con nuestro estresante estilo de vida.

Se trataba de una propuesta que pretendía la realización de un sendero que desde Las Palmas de Gran Canaria nos permitiera llegar hasta el sur y, de un modo similar, desde el núcleo capitalino el acceso al pueblo costero de Agaete. Recuerdo que en aquellos años ochenta una red de pistas y sendas ya permitía que tal proyecto pudiera ser factible pues un antiguo camino: el camino del Conde conservaba su trazado por el municipio de Telde y se intuía su discurrir por otros municipios costeros, mientras por el norte, una senda próxima al mar permitía el acceso a las fincas de plataneras y tomateros, discurriendo al borde del cantil. Era cuestión de interés y voluntad política. Pues bien, nunca la hubo. Las ocasiones para llevar a cabo tan ecológico como necesario servicio de comunicación a pie existieron pero una y otra vez los oídos sordos de tanto político ciego a los intereses de su tierra y al respeto debido a ella, arruinaron la ilusión, frustrando la esperanza.

A lo largo de estas tres décadas, se realizaron varias ampliaciones de las carreteras convirtiéndolas en autovías tanto en el norte como en el este y sur de la isla pero ni arcén dejaron, siquiera, como para garantizar la seguridad de los viandantes.

En este treinta aniversario del colectivo, tratamos de retomar esta reivindicación, pues si muchos grancanarios no se desplazan a pie o en bicicleta es porque el hacerlo actualmente con la densidad de tráfico de nuestras carreteras, lo convierte en una práctica temeraria que entraña un alto riesgo de accidentalidad y peligros. Y son todos ellos, ciudadanos y ciudadanas que con su voto contribuyen desafortunadamente, pues no se les escucha, a una mayor contaminación, a un parque automovilístico en aumento y al asfaltado de nuevos espacios públicos que cumplirían mejor su función de espacio natural en forma de parques, plazas o áreas repobladas.

Es este un grito unánime, el de un puñado de incondicionales luchadores por una isla diferente, con más armonía, mayor equilibrio y mejor calidad de vida. No al asfalto como única forma de ocupación del suelo en cuanto a movilidad. Ni un metro cuadrado más para una máquina que provoca accidentes día a día, mes a mes, año tras año. Contamina la atmósfera, el suelo y el agua, merma los escasos recursos disponibles en nuestro planeta y, tras su dependencia energética, nos empobrece a todos, mermando nuestro libre albedrío y alienándonos como individuos.

Debemos creer en la utopía, pues no es tal utopía sino la sana realidad que nos esconden. Muchos hemos recorrido nuestras islas a pie, recorriendo su litoral sin apenas pisar el asfalto. Reivindicaré siempre, ese ritmo pausado que da el caminar inmerso en sensaciones visuales, olfativas, auditivas, gustativas y táctiles. Desde el coche no puedo oler la salvia ni tocar el agua, escuchar al cernícalo o saborear la suave acidez de la trebolina o de la vinagrera. Desde el coche no veo los colores de la magarza y la siempreviva, ni el cielo ni el mar ni me puedo extasiar contemplando las estrellas y sonreír. Por ello te animo a caminar, conocer nuestras costas y nuestras montañas, a pie, como se viene haciendo de un modo natural, desde los orígenes de la humanidad.

Al golpito se disfruta más.

*José Manuel Espiño Meilán, profesor del área de ciencias naturales en el I.E.S. El Calero- Telde, presidente fundador y honorífico del Colectivo Turcón-Ecologistas en Acción.