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lunes, 18 de julio de 2016

La ciencia nunca estuvo alejada de Dios

Málaga (Andalucìa - España),18 de julio de 2016 / Cartas al Director / 

Mª José Navarro 

Es un conocimiento extendido el que la ciencia y Dios son dos ámbitos que apenas tienen nada que ver, es más, siempre se han considerado contrapuestos, incluso ámbitos que se repelen ante tanta disparidad. Durante cientos de años lo que decían los científicos lo rebatía la Iglesia y viceversa. Si además la persona que buscaba encontrar explicaciones o tener un entendimiento claro se basaba para ello en la Biblia tradicional, apenas encontraba algo concreto y satisfactorio sobre la formación de la vida, las correlaciones físicas o las interrelaciones ecológicas. Hoy día en base a las investigaciones modernas y demostraciones científicas, el clero no ha tenido más remedio que dejar de querer imponer un criterio basado en unos escritos recopilados hace aproximadamente 2000 años sin base científica alguna, y bajo el auspicio de  los propios escribanos de la época.

Otra cosa totalmente diferente son las fuentes de conocimiento expresadas por un verdadero profeta de Dios, como lo son justamente las manifestaciones dadas en el tiempo actual a través de Gabriele de Würzburg. Allí comprobaremos que el Espíritu de Dios ha aclarado a la humanidad en los últimos decenios las interrelaciones que hasta entonces nos eran totalmente desconocidas, y en una profundidad nunca imaginada. Desde hace 40 años Gabriele ha percibido y acogido el lenguaje de luz del mundo divino espiritual, traduciéndolo al lenguaje de los hombres. Lo que Dios ha transmitido a la humanidad a través de ella se puede leer en muchos libros y escritos, se trata de la obra de manifestación divina más grande que ha tenido lugar desde que Jesús de Nazaret pasó por la Tierra, pues contiene las respuestas a todas las preguntas decisivas de nuestra existencia: ¿Por qué existe un mundo terrenal? ¿De dónde venimos y adónde vamos? ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? ¿Cuál será el destino de toda la humanidad?

Como base para tratar muchas de las preguntas de índole científica recurrimos a una manifestación del año 1986 con el título: «Origen y formación de las enfermedades». Esta manifestación ha sido publicada en el libro de igual título y en el que se puede leer el siguiente párrafo: «Todo se basa en vibración. La vibración del cuerpo físico coincide en su mayor parte con el número de vibraciones de la Tierra, pues ambos, el ser humano y la Tierra, son materia, energía potenciada, cristalizada. La materia tiene sus volúmenes y pesos. Para la concepción humana es una sustancia compacta y real, condicionada cósmicamente e incorporada a la gran totalidad, y que tiene su función en los universos, en el infinito. Este punto de vista es relativo, pues las tres dimensiones de la materia, referentes a tiempo y espacio, pertenecen a la ley causal, la que si bien está contenida en el infinito, es realmente mantenida dentro de ciertos límites por la ley eterna».
La pregunta sobre si la coherencia del mundo se mantiene y coexiona en lo más interno, si se trata de elementos materiales o no, es un tema central de la física moderna, especialmente de la física cuántica. El físico Hans Peter Dürr, exdirector del Instituto alemán de física Max-Planck declaró al respecto: «En el fondo no existe la materia, por lo menos no en el sentido habitual. Primariamente sólo existe una relación que unifica sin una base material. También podría denominarse espíritu. La materia y la energía se manifiestan sólo en un segundo plano. En el mundo cuántico subatómico no existe objeto alguno, no existe la materia, ni sustancia alguna, es decir cosas que podamos tocar y entender». En esto vemos que la ciencia y Dios están realmente muy cerca, pues todos los procesos materiales y cósmicos están basados en la ciencia, pero también en Dios. Y no sólo porque todo está contenido en todo, sino porque Dios es el creador de todo.


(*) Del programa: “¿Es todo espíritu?”

lunes, 12 de octubre de 2015

Un ganadero enfermo es un paciente de alto riesgo

Málaga (Andalucía - España), 12 de octubre de 2015 / Cartas al Director / Mª José Navarro (*)

Si recapacitamos sobre cómo se mantienen a los animales en las granjas de cría intensiva (hacinados en establos sin luz, sin espacio, sin ventilación adecuada y en la mayoría de los casos faltos de higiene y salubridad  y, por si fuera poco, cebados para que crezcan a toda velocidad...), nos daremos cuenta de que no cabe ninguna duda de que en algún momento estos animales contraerán alguna enfermedad. Con el fin de que no haya demasiadas bajas, el ganadero no dudará en administrarles todo tipo de antibióticos, y por si esto fuera poco, ni siquiera cuestionamos nuestro propio comportamiento para con ellos, es decir estamos convencidos de que el uso y el abuso a que sometemos a unos seres destinados a una corta y tormentosa vida, y a una muerte precoz y en ocasiones dolorosa, es lo normal.

La problemática de los antibióticos es una amenaza real para muchas personas que trabajan en la elaboración cárnica o relacionados con la ganadería. Pues en los establos se producen desarrollos muy alarmantes, y los trabajadores están en contacto directo y continuo con los animales: Repartir el forraje, limpiar el estiércol, ordeñar o esquilar hace que las mayoría de las personas que trabajan en la ganadería tengan a su vez contacto directo con cepas de bacterias, con lo que están expuestas y se convierten a su vez en un riesgo para otros. De hecho, en Holanda los empleados relacionados con la ganadería son puestos en cuarentena cuando ingresan en un hospital. Esto también se hace en la Baja Sajonia, el estado federal más ganadero de Alemania. Aquí los pacientes que trabajan con animales de corral y granja son tratados como pacientes de alto riesgo. ¿No es sorprendente cómo hemos llegado a un punto tal?

No obstante el consumidor debería tener a su vez responsabilidad por sí mismo. De hecho también está en su mano el hacer algo para mantenerse sano, y para evitar que su cuerpo pueda estar lleno de antibióticos, la clave radica en dejar de poner carne en su plato. Para aquellas personas a las que esto les pueda suponer un gran sacrificio, un buen consejo es que intenten comprar la carne a un ganadero de confianza, pero si se proponen reducir su consumo, por ejemplo a una vez por semana, mucho mejor. Aunque claro está, el mejor consejo que podemos darle es que deje de comer carne; su organismo se lo agradecerá. De hecho hay estudios que confirman que los vegetarianos viven más y mejor.
  
(*) Del programa: Cuando los medicamentos se convierten en riesgo

martes, 22 de septiembre de 2015

El éxodo jamás registrado se espera para 2070


Málaga (Andalucía - España), 22 de septiembre de 2015 / Artículo de Opinión / Mª José Navarro (*).

El Instituto de Postdam ha pronosticado un aumento del nivel del mar de 1 metro de altura para este siglo. Lo que significará para un país como Egipto, donde doce millones de personas viven en las inmediaciones del delta del Nilo, que con un aumento tan sólo de la mitad, es decir, de 50 cm., toda esa población tendría que trasladarse al interior del pais huyendo de las aguas. Sí la subida fuera de 1 metro, setenta millones de personas en Bangladesh serían las que huirían de las inundaciones.

La OECD, que es la organización para la cooperación y el desarrollo económico, pronostica que para el año 2070 se producirá un aumento considerable de la población en las grandes urbes costeras, con lo que de producirse una subida del nivel del mar de tan solo 50 cm., serían casi 700 millones de personas las que se verían afectadas. ¿Pero qué sucedería de derretirse todo el hielo acumulado en los glaciares, en el antártico y en el ártico? Según la NASA se produciría un aumento del nivel del mar de 70 metros. De descongerlarse tan solo  Groelandia, estariamos hablando de 7 metros. Pero sea cual sea el aumento del nivel del mar, lo que sí es seguro es que se originarán cientos de millones de desplazados y refugiados, es más, podría tratarse del éxodo de pueblos más grande jamás registado en la Tierra, con los consiguientes conflictos, guerras y enfrentamientos.

Según un estudio de Adena del año 2006, se prevé que entre el 30-60% de la sabana amazónica se convertirá en estepa y la Cordillera de los Alpes mantendrá sus glariares sólo  hasta el año 2070. De producirse un aumento de 3ºC, en los Alpes desaparecerá el 80% de los glaciares. Aunque algunas voces afirman que todo esto sucederá antes de lo previsto. Lo cierto es que los mismos expertos en la materia concluyen que el cambio climático se sucede cada vez más rápidamente.

Un estudio publicado en la revista “The Lancet” venía a decir que en los próximos decenios tendrán lugar enormes olas de calor en Estados Unidos y en Europa. Y especialmente afectadas por esto serán las personas que viven en grandes ciudades, porque viven en zonas más densas de población, y curiosamente aumentarán las enfermedades infecciosas originarias de los trópicos y la proliferación de insectos de otras latitudes.

No obstante, y aunque estemos expuestos sin amparo a un grave desarrollo de los sucesos, existe aún alguna posibilidad a la mano de cualquiera con la que poder contrarrestar una cadena de acontecimientos apocalipticos. Se trata de renunciar al consumo de carne, pues tal como la Organización Mundial para la Alimentación (FAO) ha confirmado, el 18% de las emisiones de efecto invernadero se producen por la ganadería intensiva. Un sector que se halla cinco puntos por encima en el promedio de emisión de todo el transporte terrestre, marítimo y aéreo junto.

Además esta reducción del consumo de carne sería beneficiosa para la solución del gran problema del hambre mundial, ya que la mayor parte de la cosecha de cereales se utiliza para la alimentación del ganado, necesitándose entre 7 y 16 kilos de cereal para producir 1 kilo de carne. Pero ¿cuántas personas podrían alimentarse con ese cereal? Por otra parte el consumo de carne es uno de los principales motivos para la tala de selva tropical, ya que aproximadamente el 90% de la superficie talada se utiliza para el cultivo de soja, como zona de pasto o para la obtención de aceite de palma. Pero el número de personas que muere de hambre ha aumentado con respecto al año pasado, se ha pasado de 848 a 923 millones de personas muertas por el hambre o sus consecuencias.


(*) Del programa: “Cambio climático”