Telde, 29 de marzo de 2010 |Opinión |Aureliano Francisco Santiago Castellano(*)
D.Fernando de la Rosa, vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial, decía hace tan sólo unos días, refiriéndose a Garzón, que “es la primera vez en la historia de la justicia española, que un magistrado se tiene que enfrentar al mismo tiempo a tres querellas por su forma de proceder”. Se refiere a la presentada por los abogados del caso Gürtel, a la relacionada con la instrucción en el tema de la memoria histórica y finalmente a un asunto menor relativo a un tema privado. De la Rosa, aunque califica de insólito que esto esté pasando, se encuentra en las antípodas de quienes defienden que existe una conspiración ultraconservadora para acabar con la carrera de este juez que a nadie deja indiferente, pero hay quien piensa que haberla, hayla. Y es que hablamos de un magistrado, Baltasar Garzón, que descabezó al narcotráfico gallego, dando con ello muchas satisfacciones a las madres coraje que habían visto morir a generaciones enteras de jóvenes a causa de la impunidad de los capos. Hablamos de quien ha sido un referente indiscutible en la lucha contra ETA y la violencia callejera, pero también de quien destapó y metió en la cárcel a los terroristas y promotores del GAL y sus fondos reservados.
Hablamos de quien ayudó a clarificar la autoría del salvaje atentado del 11M en Madrid frente a los enredos del ácido bórico, de quien puso en serios aprietos judiciales al impune dictador Augusto Pinochet, pero también de quien ahora, en pura coherencia, había atendido los ruegos de miles de familiares de desaparecidos en su propio país durante la guerra civil. Sinceramente, no sé si existe una trama organizada para expulsar de la judicatura a D.Baltasar Garzón, ni pienso entrar en disquisiciones de procedimiento jurídico, pero hay quien dice que se dan indicios para pensar que se puede estar produciendo una encarnizada batalla en el seno de la justicia española. Una batalla, que la puede herir de muerte a poco que de su desenlace salgan vencedores y vencidos, impunes o víctimas de tribunales sumarísimos que nada tienen que ver con la aplicación del derecho. A Garzón lo han venerado muchos de los que ahora lo odian y se le ha odiado desde posiciones que hoy lo colocan en los altares. Ha sido un juez vendido a la derecha cuando el caso Roldán, un héroe por descabezar a ETA y un juez rojo y conspirador por querer que, 74 años después, descansen en paz los muertos y los vivos que padecieron la represión franquista. A ratos ha sido juez estrella de impoluto proceder mientras las causas que abriera no fueran contra los míos, pero también un presunto prevaricador de alocada práctica cuando los temas y personas afectadas eran otros, algunos de los que se creían intocables. Y a todas estas, en mitad de todo este fuego cruzado, se nos presenta un Tribunal constitucional que dicen tiene perdida su independencia a los ojos de los ciudadanos y un Supremo que irá camino de ello, a poco que se deje enfangar por quienes quieren que, también la justicia, se empuerque con algunas de las miserias que, para tristeza de todos. se han instalado en algunos campos de la política
La justicia tiene que funcionar porque es uno de los pilares del Estado de Derecho que entre todos nos hemos dado y defendemos. Si ésta debe apartar a alguien o algo de la práctica judicial y del común de los ciudadanos honrados, es a quienes en nada contribuyen a que en esta sociedad cunda la legalidad, los derechos fundamentales, la justicia sin exclusiones, el respeto y la honorabilidad de las personas y las instituciones. Sinceramente creo que Baltasar Garzón y otros que incluso no piensan como él, desde el tribunal más distinguido al juzgado más pequeño, han contribuido y deben seguir contribuyendo a no dar un sólo respiro a la impunidad; la pasada, la presente y la futura, porque en ello nos va mucho más que la defensa de una determinada orientación ideológica. En ello nos va el que algunos se crean intocables o no, que la justicia sea para todos igual o no.
(*) Alcalde de Telde y Presidente de Nueva Canarias en Telde
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