Baños de Valdearados (Burgos), 15 de marzo de 2010 | Cartas al Director | Domingo Martínez Madrid
Es muy posible que como castellano viejo de origen, admirador y empedernido lector de la obra de Miguel Delibes no sea lo suficientemente objetivo al escribir alguna cosa sobre él, pero ante su traspaso al cielo, después de una larga vida, muy prolífica por cierto en todos los sentidos, me siento en la obligación de rendirle un último homenaje, pues le debo en parte mi afición por divulgar a través de los medios de comunicación las costumbres, el trabajo, los medios de producción y su impagable aportación al bien social, tanto de agricultores como ganaderos.
Y es que como escritor Miguel Delibes es un ejemplo del alma de Castilla, con sus giros lingüísticos, con la exaltación del paisaje y de los hombres que le mantienen, con los problemas del hombre de las pequeñas ciudades; si todo eso y mucho más es el Miguel Delibes novelista, está el otro Miguel, el hombre íntegro, recto, indomable, con la fortaleza de sus creencias, con la libertad como bandera y sin claudicaciones, cuajado de liberalidad y de respeto, con una ética clara a la que él llenó con su comportamiento diario a lo largo de los años de una estética de la castellanía profunda y seria. Pues para Delibes, y lo dijo muchas veces, “entre el hombre que vive y el escritor que escribe no debe abrirse un abismo”. Cosa con la que estoy totalmente de acuerdo. Pienso que sin duda fue quien mejor noveló los problemas rurales de su tiempo.
Fdo: Domingo Martínez Madrid
(*) Presidente de Agroprés
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