Arona (Tenerife), 28 de julio de 2011 | Ayudas - Solidaridad | Gabinete de Prensa.
Se calcula que en el mundo hay alrededor de 40 millones de personas desarraigadas como consecuencia de conflictos armados y de graves violaciones de los derechos humanos. Todos ellos huyen de las guerras, las torturas y de otras violaciones de los derechos humanos. La región de Los Grandes Lagos de África se encuentra desde hace décadas en una situación de conflicto grave. Ello ha causado grandes matanzas y movimientos masivos de población. La población tutsi congoleña que vivía en las regiones fronterizas entre Congo y Ruanda, fue víctima de masacres y más de 50.000 personas tuvieron que huir de la región e irse a Ruanda. Los campos de refugiados de Kiziba y Gihembe se crearon en 1996 y 1997 respectivamente, bajo el amparo del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), como consecuencia de estos conflictos. Desde entonces, el Congo se encuentra inmerso en una guerra que no ha permitido a los refugiados volver a sus hogares. En el año 2005 se estimaba que en cada uno de los dos campos había una población aproximada de 18.000 refugiados. Se trata de una población rural, dedicada al pastoreo y de condición muy pobre.
La Fundación “la Caixa”, a través de su programa de Cooperación Internacional, colabora desde 1997 en diferentes proyectos, a través de distintas ONG´s nacionales e internacionales con el objetivo de colaborar en la mejora de las condiciones de vida de los refugiados y desplazados en el mundo.
Con esta exposición, la Obra Social “la Caixa” y el Ayuntamiento de Arona pretenden contribuir a un mejor conocimiento de la realidad en la que viven miles de refugiados del mundo e incidir especialmente, en la de los refugiados de Kiziba y Gihembe en Ruanda, donde se da soporte a un programa de formación y capacitación para niños y jóvenes. Esta muestra presenta el reportaje fotográfico de Sergi Càmara cuyas imágenes nos muestran fragmentos de vidas, instantes cotidianos, como ir en busca de víveres y agua, los juegos o la asistencia a clases.
La exposición Refugiados. Vidas en Tránsito se podrá visitar en el Centro Cultural de los Cristianos de Arona.
La región de los Grandes Lagos es una tierra rica en minerales y recursos energéticos y agrícolas, pese a lo cual la mayoría de su población vive desde hace décadas sumida en la miseria y la violencia. Aunque los primeros conflictos de la región se inician en 1959, la gran espiral de violencia se acelera en la década de los noventa. Junto a los conflictos étnicos, derivados en parte del trazado de fronteras artificiales provocado por la descolonización, la causa de la prolongación del conflicto obedece, en buena medida, a razones económicas.
El campo se organiza como una pequeña ciudad: hay escuelas, centro de salud, un mercado, campo de deportes, cementerio, iglesias, etc. Cada familia tiene derecho a una vivienda. Aunque la situación es diferente en cada campo y el espacio disponible en cada país varía, de acuerdo con la reglamentación, la recomendación es que cada vivienda tenga una mínima superficie de 45m² y no menos de 30m² y que como máximo puedan vivir 8 personas por casa, con un mínimo espacio de 4.5m² por persona en áreas frías y 3.5m² en zonas tropicales.
Las viviendas son de barro, lona y otros materiales reciclados. Son las mismas familias las responsables de su mantenimiento. Los servicios básicos como letrinas y distribución de agua son comunitarios por barrios: por cada 20 personas corresponde una letrina y 250 personas por grifo de agua.
Mensualmente cada grupo familiar recibe una ración de alimentos dependiendo del número de miembros por familia que constituye la cantidad mínima de nutrientes necesarios por persona. La ración individual diaria por persona que provee el Programa Mundial de Alimentos es de 350 grs. de harina de maíz, 220 grs. de legumbres, 20 grs. de aceite vegetal, 5 grs. de sal de cocina y 40 grs. de CSB.
En general, el refugiado posee una salud frágil, física y psíquicamente. La ruptura violenta con su entorno y el encontrarse en una situación de carencias, daña seriamente su bienestar emocional. Son especialmente sensibles los niños y adolescentes. Las enfermedades más comunes son la malaria, las derivadas de la malnutrición, los problemas gastrointestinales y respiratorios. El SIDA también es un problema importante, aunque no se conocen cifras exactas.
La educación es muy importante porque mantiene viva la esperanza de los refugiados de un futuro para ellos y para sus hijos. Además desarrolla un papel en el fomento de la paz, de la justicia y de la reconciliación. Aproximadamente, la mitad de los refugiados en el mundo son niños y niñas menores de 18 años. La posibilidad de realizar estudios reglados tanto de educación primaria como secundaria supone una motivación extraordinaria que influye no sólo en las vidas personales de estos niños/as y jóvenes sino en el funcionamiento de los campos a nivel social.
El horizonte de los refugiados, especialmente los más jóvenes, en los campos es relativamente reducido, ante una realidad tan extensa y compleja como la de los refugiados, los retos son tan abundantes como diferentes son las situaciones a las que se enfrentan a diario millones de personas.
Es cierto que, en muchos lugares del mundo, los refugiados han creado nuevas estructuras comunitarias que les ayudan a sobrevivir y afrontar los retos de una nueva vida. Centenares de experiencias nacidas entre el polvo de los campos de refugiados han sorprendido al mundo por su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades y por su firmeza para preparar el retorno a la tierra que un día tuvieron que abandonar.
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