viernes, 15 de marzo de 2013

En busca de la Excelencia Turística





Las Palmas de GC (Canarias), 15 de marzo de 2013 / Artículo de Opinión / José María Barrientos

Canarias necesita conseguir la Excelencia Turística y para ello tenemos todos que implicarnos, los que son del sector turístico y los que no lo son. Es una tarea ardua pero muy beneficiosa y rentable para todos los que vivimos en estas islas maravillosas 

Como dijo el bueno de Albert Einstein: si buscas resultados distintos, no sigas haciendo lo mismo, y por ello, en lo que tiene que ver con el turismo, con la simple aplicación de las rutinas aprendidas en la gestión del sector en los años pasados ya no es suficiente. 

Estamos ante un extraordinario "cambio de época" que como dijo Leonardo Da Vinci, no es lo mismo que una “época de cambios” y por ello, es necesario incorporar al sector todo lo nuevo aparecido en los últimos años. 

Los profesionales del sector turístico y las administraciones implicadas tenemos que implementar todo lo nuevo aparecido y aplicable al turismo tanto en tecnologías como en sistemas y además, comprometernos con valores como la profesionalidad, la seriedad, el respeto, la sostenibilidad y el rigor para conseguir que Canarias alcance la Excelencia Turística y llegue a ser ese gran destino que genera bienestar social, trabajo y riqueza. 

La pregunta que seguramente se están haciendo ustedes es: ¿qué es la excelencia turística y como se puede medir?  Trataré de responder a ella de forma sencilla y clara.  

Podemos decir que un destino alcanza el status de Excelencia Turística cuando vendiendo sus servicios a unos precios razonables para la explotación de los negocios que operan en el mismo, la demanda supera a la oferta y por lo tanto y dicho entre comillas, se genera una lista de espera, es decir algo similar a lo que ocurre en los grandes espectáculos o en los restaurantes famosos, en los que hay que hacer la reserva con mucha antelación para conseguir tu plaza. Es decir que toda la oferta disponible en el destino esté a unos niveles de ocupación satisfactorios, con lo que se consigue una explotación saneada y que retribuye a administración propietarios y trabajadores convenientemente, generando unos índices de repetición y fidelización de la clientela altos que contribuyen a retroalimentar la demanda. 

La excelencia, en contra de lo que pudiéramos pensar, no consiste en tener unas instalaciones de mucho lujo y unas infraestructuras magníficas, ya que si no existe demanda para ese destino nunca se conseguirá la Excelencia Turística y acabará por lo tanto teniendo que replantearse sus políticas comerciales y de explotación o a lo peor hasta su supervivencia. La excelencia es pues, en esencia, hacer las cosas bien. 


En cuanto a cómo se puede medir el nivel de excelencia de un destino, hay que        tener en cuenta que la satisfacción del cliente se mide por el diferencial entre las expectativas que el futuro usuario tiene del servicio contratado y las percepciones reales que experimenta al utilizarlo, se hace imprescindible por lo tanto, un sistema de encuestas de opinión que debe ser oficial y de obligada aplicación en todos los negocios del sector y controlado por la autoridad competente del ramo. 

Como es lógico los resultados del sistema de encuestas, nos darán una idea bastante exacta de en qué nivel de satisfacción se mueven los usuarios de nuestra oferta. Por lo tanto es algo que no debe implicar solo al empresario particular para su control del negocio, sino que debe ser competencia de la administración para saber cuál es el nivel de calidad del destino en general y corregir los posibles desvíos de los servicios en particular, ya que un destino es un todo en el que cada una de las partes debe funcionar correctamente porque el funcionamiento incorrecto de alguna de ellas, perjudica seriamente a todas las demás. 

Pero aparte de lo que digan las encuestas, el verdadero índice de excelencia de un destino es su cuenta de explotación es decir buena ocupación a buenos precios, con beneficios y trabajo para todos.  

Estamos tardando, manos a la obra.
  

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