Aunque para algunos el verano es tiempo de recuperación de las asignaturas no aprobadas durante el curso, lo cierto es que el curso, académico y político, termina a final de julio.
Las Palmas de GC, 16 de agosto de 2010 | Opinión | José Manuel Soria.
Por tanto, con total respeto para quienes todavía en este mes de agosto estén tratando de aprobar las materias que no lograron rebasar a tiempo, no es mal momento, en cambio, para hacer un sereno balance, objetivo, desapasionado, de cómo han ido las cosas por nuestras islas a lo largo del último curso político, lo que podrá orientarnos también respecto a lo que vendrá en un futuro.
En lo que respecta al balance de la política nacional en relación a Canarias, pienso que debemos dejar a un lado los eufemismos y llamar a las cosas por su nombre. Y llamar a las cosas por su nombre significa reconocer que por unas u otras circunstancias, el balance del Gobierno de la Nación respecto a Canarias no ha podido ser más desolador.
Primero porque ese gobierno ha llevado a cabo una política económica, reflejada en sus presupuestos generales de cada año, que ha conducido a un agravamiento de la situación de la economía española respecto a las de nuestro entorno europeo y que en el ámbito interno se ha traducido en pérdida de confianza, ausencia total de credibilidad y costes adicionales para nuestra deuda con el consiguiente efecto negativo en los créditos a las familias y empresas, paro masivo y, lo que es peor, expectativas decrecientes por parte de todos los agentes económicos.
Esa política económica ha perjudicado a España en su conjunto, al conjunto de las autonomías y desde luego a Canarias, en cuya economía el marco laboral, el sistema financiero y el déficit público de España están influyendo de manera notoria.
Pero aparte de un marco general claramente desfavorable, en el caso concreto de Canarias el presente curso político se salda con graves incumplimientos hacia las islas por parte del gobierno del presidente Zapatero. Y cuando hablamos de incumplimientos serios, sobran las equidistancias difícilmente justificativas de posicionamientos cuya debilidad refuerza todavía más el ninguneo del Gobierno de la Nación a nuestras islas.
Porque el curso político que terminó en julio se inició en las islas con la magnífica noticia de un Consejo de Ministros en Canarias, que despertó las más optimistas expectativas porque todos teníamos en mente el éxito rotundo que para las islas habían significado los dos Consejos de Ministros que el presidente Aznar hizo durante su primera legislatura.
Ingenuamente pensamos que ocurriría algo similar en esta ocasión, pero nos equivocamos. El Consejo de Ministros celebrado en Canarias el 9 de octubre de 2009, pasará a los anales de la historia de Canarias como una de las grandes tomaduras de pelo de un gobierno de la nación a nuestras islas. Y si revisamos en las hemerotecas gestos de circunstancias del momento, podremos concluir que algunos ya intuían algo. Nunca antes habíamos asistido en Canarias a un incumplimiento tan grave y notorio por parte de un presidente de gobierno. El más grave, porque en aquel momento ya sabíamos que la crisis era gorda. Y que iban a existir recortes de gasto público. Pero en ese contexto, ya sabido y conocido, el presidente del gobierno libremente prometió, se comprometió y anunció -todos pudimos verle y escucharle- con una inversión multimillonaria para Canarias que sólo para este año 2010 suponía 2500 millones de euros adicionales, O SEA, SIN CONTAR LO QUE YA EL ESTADO VENÍA INVIRTIENDO, pues si ese fuera el caso, ¿para qué un Consejo de Ministros? ¿Para anunciar que Canarias iba a seguir teniendo las mismas inversiones que antes?
En honor a la verdad hay que decir que el incumplimiento ha sido masivo pero no total ya que en los presupuestos generales del estado para este año sí que hay consignados para Canarias 30 millones de euros para obras de mejora de infraestructura turística. Y ya se sabe que, en el mundo de la política (sobre todo de la política con minúsculas) lo que no está en los presupuestos puede seguir estando en los discursos. Pero en el mundo de la economía, lo que no está en los presupuestos simplemente no está en este mundo.
Por todo ello, se mire como se mire, por más ceremonial y tono serio y solemne con que cada cual quiera adornarse para justificar lo injustificable, el curso que terminó no puede calificarse de otra manera que de incumplimiento masivo en cuanto a los hechos de gobierno de la nación en relación a Canarias. Al pan, pan. Y al vino, vino
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