Asunción (Paraguay), 26 de mayo de 2015 / Artículo de Opinión / Andrea C Nordbeck
Paraguay sufre presiones internacionales para que una niña de 10 años, violada, acceda al aborto de su hijo. La ONU y Amnistía internacional se han conjurado para pedir la cabeza del niño no nacido. Quieren convertirlo en la principal víctima, cuando el culpable de la violación es el padre. Si no hay pena de muerte, ni siquiera para el violador, ¿por qué imponerla al hijo?
El aborto no soluciona nada. Al trauma de la violación se suma el del aborto.
Algunos testimonios de casos similares nos pueden hacer reflexionar. Ken, un norteamericano afirma: "La violación es espantosa, pero de esto tan terrible que han hecho contigo puedes sacar algo bueno. Ese algo soy yo. A mi madre la violaron a los 15 años, acudió a una institución católica de caridad y me tuvo a mí, tomó la valiente decisión de dejarme vivir. Luego fui adoptado. Llevo quince años casado, tengo tres hijos... y quisiera hablar en nombre de los que no tienen voz". "Estoy cansado de que la gente trate a esos niños como si no fuesen nada. Y pueden nacer, pueden crecer, pueden llegar a tener una vida extraordinaria"
Otro caso es el de Kristi Hofferber que descubrió que fue engendrada en incesto y pide: "Por favor, no matéis, abortándolos, a niños como yo . Le agradezco mucho a mi madre biológica haberme protegido y dado en adopción”
A su vez, la colombiana Verónica Cardona quedó embarazada a los 16 años tras ser violada por su padre. Defendió la vida del bebé: “Yo no tenía el derecho de arrancarle la vida a nadie, y menos a una personita indefensa que no me había hecho nada". También Alfar A. Vélez cuenta cómo su madre, fue drogada y violada por un grupo en Colombia. Pero era una mujer de fe, tuvo al niño, lo educó... y hoy Alfar es sacerdote misionero en Argentina. "Ella decía que, pese a todo llevaba en su seno el milagro de una nueva vida, una vida que Dios le había dado y que, por sus convicciones, no podía abortar. Y que si Dios se la había dado debía encontrarle el sentido.