lunes, 22 de octubre de 2012

AMPLIANDO EL SURESTE


Agüimes (Gran Canaria), 22 de octubre de 2012 / Artículo de Opinión / Por Antonio Morales Méndez, Alcalde de Agüimes (A propósito de la ampliación de la EDAR comarcal)

Siendo alcalde de Santa Lucía Carmelo Ramírez Marrero, de Ingenio Juan José Espino del Toro y de
Agüimes quien esto escribe, en una reunión realizada el 15 de febrero de 1990 se tomó la decisión de
crear una mancomunidad de municipios con el objetivo de defender los intereses de la comarca
geográfica a la que pertenecíamos. En ese mismo año, el 22 de octubre, se celebró un pleno conjunto de los tres ayuntamientos y se constituyó formalmente la Mancomunidad Intermunicipal del Sureste de Gran Canaria.

El marco fundacional de este ente supramunicipal se sustentó, desde un primer momento, en la
búsqueda de alternativas al grave problema de la escasez y la mala calidad del agua de esta zona de la
isla. Para ello elaboramos una estrategia encaminada a la consecución, entre otros proyectos, de una
desaladora, una depuradora, redes de distribución y depósitos, energías renovables para abaratar los costes y la inclusión de la comarca en el proyecto de dotación de infraestructuras para áreas infradotadas.

Y se fueron consiguiendo cosas. Con mucho esfuerzo. Contra viento y marea. Luchando muchas
veces contra elementos que no eran solo naturales. En el presupuesto inicial de la Mancomunidad se
incluyó una primera partida de casi 186 millones de pesetas para la ejecución de una planta desaladora
que hoy fabrica, apoyada en energía solar, más de 33.000 metros cúbicos diarios de agua potable. Y
después vendría todo lo demás: un conjunto de equipamientos devenido en una auténtica revolución
hidráulica.

La EDAR (Estación de aguas depuradas), diseñada inicialmente para tratar 6.000 metros cúbicos
diarios de aguas negras, se empezó a construir en 1991 y comenzó a funcionar en 1994, cuando los tres municipios contaban con una población de 74.547 habitantes. En el año 2001 se amplió su caudal a doce mil metros cúbicos al día y ahora, 18 años después de su puesta en marcha, se inauguró, el pasado martes, una tercera fase que nos permite tratar dieciocho mil metros cúbicos cada veinticuatro horas para servir a una población de 130.000 habitantes, al mayor espacio industrial de Canarias y a la zona comercial más extensa, además de, en un gesto solidario y de colaboración entre administraciones, a varios núcleos de población de San Bartolomé de Tirajana (Juan Grande, Castillo del Romeral, Aldea Blanca, Matorral y Rodeo).

El presupuesto final de esta última fase asciende a casi cinco millones y medio de euros, que si lo
sumamos a los seis millones de las anteriores etapas y a los otros seis millones gastados en redes de
distribución y depósitos, nos da una cifra final de 18 millones de euros.

Más allá del empleo de los criterios técnicos tradicionales que conllevan los pretratamientos,
primarios, secundarios y terciarios que permiten usar el agua para la agricultura y los jardines, el terciario
último de esta depuradora incorpora decantadores de alto rendimiento de Veolia y un sistema de filtros de
arena de lavado en continuo que ha sido inventado y construido aquí, en el Polígono Industrial de Arinaga
(por Aquafactory) y que, por sus excelentes resultados, está siendo utilizado en distintos países (una
muestra de la capacidad que podríamos tener para profundizar en la investigación y en la aplicación de
nuevas tecnologías a nuestra maltrecha economía). Es el primer terciario que existe con esta solución y
garantiza una extraordinaria calidad de un agua cuyas características organolépticas son similares a las del
agua potable, sin que se detecten presencias de E. coli en los análisis microbiológicos realizados. Es decir,
se puede beber.

Para el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas “el agua es un
recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud. El derecho humano al agua
es indispensable para vivir una vida con dignidad humana. Es un requisito previo para la realización de
otros derechos humanos”. Según Willen Buiter, economista jefe de Citigroup, “el agua se convertirá en la
más importante clase de activos físicos basados en materias primas, minimizando el petróleo, el cobre, las
materias primas agrícolas y los metales preciosos”.

Paul Kennedy, catedrático de Yale y especialista mundial en seguridad internacional, sostiene que
los problemas que obsesionan a los analistas estratégicos en torno a los conflictos del planeta, palidecen al
lado de la crisis mundial del agua, con las reservas originales agotándose. Ya se empiezan a librar disputas
por el control de las corrientes de agua dulce en un mundo donde ha aumentado la población, desde los
mil millones de 1825 a los siete mil de la actualidad, con el consiguiente incremento del nivel de vida y
del consumo del agua.

Está muy claro que el cambio climático, la escasez y el crecimiento demográfico son condicionantes
impredecibles. En unos pocos años, más de 3.000 millones de personas vivirán en zonas con estrés
hídrico. Nosotros en Canarias ya lo estamos haciendo. Hace años que lo estamos padeciendo.

Los grandes retos de futuro son los de la energía, el agua y el clima. En Canarias nos jugamos la
supervivencia en ello. El binomio agua-energía es el epicentro de nuestro desarrollo futuro. Es aquí donde
está la clave de nuestra subsistencia. Por eso nuestro empeño en defender las energías renovables y en
demandar que cesen todos los obstáculos que las frenan en forma de eliminación de primas, servidumbres
aeronáuticas y burocratización administrativa; en pedir que se agilicen los trámites para hacer efectiva la
central hidráulica Chira-Soria y nuestra apuesta por repetir el modelo en otras presas y embalses para
poder almacenar renovables; en demandar la incentivación del ahorro, la economía y la eficiencia; en
clamar por la potenciación de la investigación pública y privada… Por eso nuestro empeño también en
insistir en que se tenga en cuenta que en esta isla dependemos en un 90% del agua desalada (un 100% en
Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro). Es por esta dependencia que, desde el año 1985, se nos
subvenciona su producción, aunque hemos pasado de recibir 17 millones de euros en el año 2008 a 4,9 en
este año, que aún no se han hecho efectivos. No puede ser que no se tenga en cuenta esta realidad y que se
retiren o disminuyan las ayudas para cubrir los sobrecostes de producción en esta tierra mientras se
mantienen las de territorios como Ceuta o Melilla, que reciben porcentajes muchos más altos.

Es necesario un esfuerzo institucional conjunto, más allá de la justa reivindicación política, para
recuperar estas subvenciones. En el informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, de
la ONU, se plantea que conseguir salvar los problemas del agua “no es complicado ni oneroso, pero
requiere una reorientación política considerable. Las ventajas son tan importantes que es absolutamente
indispensable encontrar la voluntad política adecuada para poner estas medidas en prácticas”. Es un
desafío y una responsabilidad histórica a la que no nos podemos sustraer.

Modestamente, creo que lo que se ha hecho en el Sureste es el camino. No hay otra vía que la de un
desarrollo sostenible que gire alrededor del agua y la energía para potenciar nuestro sector primario, la
salud de la población, un turismo modélico y una industria innovadora ligada a la investigación y las
nuevas tecnologías.

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