Agaete (Gran Canaria - Canarias), 08 de marzo de 2016 / Artículo de Opinión / Fernando Báez - Sacerdote.
... la cuestión era buscar la solución o curación del animal, fuera como fuera: y ello con métodos espirituales inclusivos. Pues se trataba de orar por el animal, siguiendo unos ritos u oraciones apropiadas, y según parece, obtenían resultados positivos. Y no que todo el mundo lo hiciera y supiera, que una de ellas era mi abuela materna (Eulogia Cruz Monzón), y otro -vivo aún- mi cuñado Pepe (José González Ramírez), de Las Lagunetas, una y otro le sacaba el mal-de-ojo al animal, con desmayos y sudores, repitiendo oraciones y jaculatorias. Y es, si no curaba la cabra y acababa en muerte, ello era una fuerte y gran desgracia, no siempre fácil sustituir a la que moría y casi siempre esperar a que la machorra o baifa diera leche, y ello llevaba su tiempo, de ahí el recurrir a ese método o costumbre, que en casos mayores -si de vacas se trataba, aunque también de cabras- a este fin había un tal “veterinario” de los animales llamado Perera, creo que cerca de Aríñez, que profesional no universitario, se las sabía todas y era llamado “el médico de los animales”, que con yerbas y otros usos medicinales tradicionales más que curaciones hacía milagros, así también como la no solución del animal según el viera y su saber, que era mucho y nunca se equivocaba (le conocí en persona: hombre serio y respetable, de chaleco negro y de igual color su sombrero, con camisa blanca a rayas y pantalón gris...).
El Padre Báez, que no deja atrás a distintos personajes que intervenían en las enfermedades de los animales; en esta ocasión, con especial incidencia en el trato y cuidado de las cabras, que eran como ya tantas veces hemos dicho: “la vaca del pobre”, y que el dueño trataba de salvar fuera como fuera, recurriendo a lo contado, y a más (cintas rojas, etc.), y mientras esto se hizo siempre, el cabildo -por su parte- ahora, sin ton ni son, las mata. ¡Bueno, sin ton ni son no!, que lo hace tendiendo la mano de mendigo a Europa, para que le dé una limosna, y se deshace por ello de la mejor cabra del mundo: la libre.
“... les exhorto a que se transformen renovando sus mentes...” (Rm. 12. 1-2). / “... atiendan a la voz de mi súplica... me escuchen... que soberbios se levantan...” (salmo 85).
Breves y muy enjundiosos comentarios del hermano en el sacerdocio:
Enhorabuena por ese hijo espiritual y por las precisas y justas
aclaraciones... una responsabilidad grande.
Una de las mayores tragedias de nuestros tiempos es "retorcer" el
Lenguaje por ignorancia o mala fe; ¡bueno, también lo era en pasados Tiempos!: llamar a lo bueno "malo", y a lo malo "bueno", etc., etc.
Hasta siempre. Buena jornada.
Juan Antonio Santamaría Alonso – Sacerdote.
... la cuestión era buscar la solución o curación del animal, fuera como fuera: y ello con métodos espirituales inclusivos. Pues se trataba de orar por el animal, siguiendo unos ritos u oraciones apropiadas, y según parece, obtenían resultados positivos. Y no que todo el mundo lo hiciera y supiera, que una de ellas era mi abuela materna (Eulogia Cruz Monzón), y otro -vivo aún- mi cuñado Pepe (José González Ramírez), de Las Lagunetas, una y otro le sacaba el mal-de-ojo al animal, con desmayos y sudores, repitiendo oraciones y jaculatorias. Y es, si no curaba la cabra y acababa en muerte, ello era una fuerte y gran desgracia, no siempre fácil sustituir a la que moría y casi siempre esperar a que la machorra o baifa diera leche, y ello llevaba su tiempo, de ahí el recurrir a ese método o costumbre, que en casos mayores -si de vacas se trataba, aunque también de cabras- a este fin había un tal “veterinario” de los animales llamado Perera, creo que cerca de Aríñez, que profesional no universitario, se las sabía todas y era llamado “el médico de los animales”, que con yerbas y otros usos medicinales tradicionales más que curaciones hacía milagros, así también como la no solución del animal según el viera y su saber, que era mucho y nunca se equivocaba (le conocí en persona: hombre serio y respetable, de chaleco negro y de igual color su sombrero, con camisa blanca a rayas y pantalón gris...).
El Padre Báez, que no deja atrás a distintos personajes que intervenían en las enfermedades de los animales; en esta ocasión, con especial incidencia en el trato y cuidado de las cabras, que eran como ya tantas veces hemos dicho: “la vaca del pobre”, y que el dueño trataba de salvar fuera como fuera, recurriendo a lo contado, y a más (cintas rojas, etc.), y mientras esto se hizo siempre, el cabildo -por su parte- ahora, sin ton ni son, las mata. ¡Bueno, sin ton ni son no!, que lo hace tendiendo la mano de mendigo a Europa, para que le dé una limosna, y se deshace por ello de la mejor cabra del mundo: la libre.
“... les exhorto a que se transformen renovando sus mentes...” (Rm. 12. 1-2). / “... atiendan a la voz de mi súplica... me escuchen... que soberbios se levantan...” (salmo 85).
Breves y muy enjundiosos comentarios del hermano en el sacerdocio:
Enhorabuena por ese hijo espiritual y por las precisas y justas
aclaraciones... una responsabilidad grande.
Una de las mayores tragedias de nuestros tiempos es "retorcer" el
Lenguaje por ignorancia o mala fe; ¡bueno, también lo era en pasados Tiempos!: llamar a lo bueno "malo", y a lo malo "bueno", etc., etc.
Hasta siempre. Buena jornada.
Juan Antonio Santamaría Alonso – Sacerdote.
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