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lunes, 24 de julio de 2017

¿Qué religión predomina en El Cielo?

En la interesante publicación “El ateo: ¿un amigo del profeta?”, Gabriele explica sobre qué es fundamental en nuestro tiempo para reflexionar y para el autorreconocimiento, también explica muchas cosas significativas para las personas en la actualidad, y como no, relata experiencias personales con una sensibilidad especial, y todo esto en relación a los muchos y diferentes aspectos de la vida, en esta ocasión sobre las religiones e instituciones religiosas.
 Málaga (España), 24 de ulio de 2017 / Cartas al Director / Teresa Antequera Cerverón Del programa: El ateo y el profeta II www.editorialgabriele.com

“En el Reino de Dios no existe ninguna religión atada a cultos externos, tampoco ninguna institución eclesiástica”, dice Gabriele, la autora de estas líneas. “No existe ninguna liturgia, ningún ritual, tampoco dogmas ni ceremonias, allí no hay canonizaciones ni beatificaciones. Lo que existe en el cielo y en todo el universo es el Espíritu Libre, la religión interna que vive en los cosmos, en la naturaleza y en el interior de cada ser. Sin embargo las personas intentan infructuosamente que Dios se apiade de ellos con oro y riquezas eclesiales, pero Él no necesita tesoros. Tampoco funciona si se realizan cantos litúrgicos, peregrinaciones, ofrendas, reliquias o adoraciones de santos, beatos o canonizados, ni siquiera la mortificación agrada a Dios. Los altares mayores costosamente decorados tampoco sirven de nada, pues Dios es el amor, la justicia, la mansedumbre y la bondad, y esto de forma inmutable, puesto que Dios es invariable. Por eso algún día todo ser humano volverá a ser como Él nos visualizó y creó, es decir volveremos a ser y formar parte del amor, de la bondad, mansedumbre, igualdad, libertad, unidad, hermandad y justicia”. 
Hace ya algunos años que Cristo manifestó a través de la palabra profética, que comprender a Dios y a lo divino es más fácil para los ateos que para los cristianos atados a la Iglesia, quienes se han vuelto rígidos en sus tradiciones y en sus opiniones de fe, llegando a someter a la razón de la Iglesia su propia libertad de pensar de forma independiente, lo que ha dado lugar a lo largo de los siglos a que millones de seres humanos se hayan negado a sí mismos la posibilidad de reconocer y actuar libre y consecuentemente. Por eso estimado lector reflexione y conviértase en un librepensador que no se deja atar ni influir por guías externos, y si lo desea busque un lugar tranquilo donde dirigirse a Dios en usted, con toda seguridad que Dios, El Espíritu libre, le saldrá al encuentro.

lunes, 9 de marzo de 2015

¿Fue Moisés el verdadero autor de todos sus libros?


Málaga (Andalucía), 09 de marzo de 2015 / Ética - Moral /  Teresa Antequera Cerverón

Moisés recibió de Dios los Diez Mandamientos, que una vez más hicieron que la humanidad comprendiese que existe un único Dios. El primer Mandamientos dice: “Yo Soy el Señor, tu Dios, no debes tener otros dioses aparte de Mí”. Por medio de Su profeta, el Eterno quería conducir a los seres humanos a la tierra prometida. Para ello les regaló a través de Moisés, expresado en palabras sencillas, los Diez Mandamientos como reglas de vida para cada persona que quiso, y quiera también hoy día, honrar en su vida al único Dios. Pero Aarón, el hermano mayor de Moisés, se apartó de los claros Mandamientos del único Dios, y volvió a erigir un sacerdocio de cultos creando una religión de culto que puso al sacerdocio, con su culto idólatra, por encima de la Palabra del Eterno. Siendo muy significativo que él mismo fuese el primer sumo sacerdote de su religión de culto. Entretanto, las instituciones eclesiásticas ya no niegan el hecho de que en realidad no fue Moisés quien escribió los “cinco Libros de Moisés”, pues mucho de lo que está contenido allí son palabras que fueron puestas intencionadamente en la boca del profeta de Dios. Mucho de lo que allí se dice está en enorme oposición a lo que el Eterno enseñó en Sus Mandamientos a través de Moisés.

El Mandamiento que dice: “No debes matar”, fue ignorado y tergiversado a favor de los cultos sacerdotales, en tanto a los sacerdotes del nuevo culto, del culto de Aarón, se les ordenó sacrificar animales como víctimas sobre el altar. Sin embargo Moisés se mantuvo fiel a los Mandamientos de Su Dios quien ordenó claramente: “No debes matar”. Sin embargo a través de los sacerdotes se impusieron leyes de culto litúrgico en nombre de Moisés. El Dios de la vida al parecer habría sentido placer con el hecho de que la sangre de Sus criaturas salpicara los altares, de que se sacrificara para Él, el Eterno, la grasa de corderos y novillos inocentes como “aroma para aplacar al Señor”, según decían. Nada menos que Él, el Eterno, habría ordenado presuntamente asesinar, linchar, saquear y robar.

Así se fue generalizando el culto sacerdotal donde debía haber prevalecido el conocimiento de Dios, vicios en lugar de una ética superior, sacrificios de animales en lugar del sacrificio de los pecados en el altar interno. La llamada de Dios a través de Moisés se extinguió en gran parte y fue cubierta enteramente por cultos sacerdotales y prescripciones legales. Pasaron los años, las décadas, los siglos. Por medio del cumplimiento de los Mandamientos de Dios, los seres humanos habrían podido encontrar la libertad y la paz, pero se ataron nuevamente a cultos que les posibilitan seguir cultivando sus viejas costumbres, aquellas que habían adquirido junto a los calderos de carne en Egipto.


Teresa Antequera Cerverón
       De la publicación: “De Abraham a Gabriele”

lunes, 20 de octubre de 2014

El éter, un hálito vital que originó la vida



Málaga (Andalucía), 20 de octubre de 2014 /Artículo de Opinión / Teresa Antequera Cerverón (*)



Desde tiempos remotos ya los griegos se interesaron por el estudio de aquello que denominaron éter, algo abstracto que en la actualidad la ciencia sigue considerando como interesante objeto de investigación, denominándolo, no obstante, de forma diferente: materia sutil. El doctor Klaus Volkamer, científico y profesor de la universidad de Friburgo, Alemania, ha podido demostrar científicamente la existencia real del éter, basándose para ello tanto en las antiguas tradiciones del conocimiento como también en los estudios del famoso físico Albert Einstein. El profesor Volkamer declaró: «Junto a la materia visible, formada por partículas elementales, se encuentra una forma de materia invisible, sutil». Una afirmación que sin lugar a dudas podría revolucionar por completo el concepto del mundo y de las ciencias naturales.



Esto que hoy se presentaría como novedoso es en realidad una idea muy antigua, pues en todas las tradiciones de la erudición y también en todas las épocas ha existido la idea de que más allá de la materia existe otra materia, pero en este caso sutil. Las antiguas culturas asiáticas consideraban este éter, para ellos el tao, como la causa del origen del mundo. Los antiguos griegos pensaban de forma parecida, de hecho Platón hablaba ya de éter y Aristóteles de la Intellegie (inteligencia), que sería una fuerza vital que lo traspasa todo. Qué duda cabe de que existían otras muchas formas de definirlo, como por ejemplo “visitalis”, la fuerza vital, el hálito. Eruditos y filósofos de la talla de Schelling, Hegel, Espinoza y Kant han admitido la existencia de una materia tal, y Demócrito, Pitágoras, Newton y Descartes la consideraron como de lo más natural. Tan sólo la ciencia natural moderna se opone a ello por no poder demostrarla en base a pruebas categóricas.



Klaus Volkamer declaró: «La mayoría de los físicos reconocen actualmente que hace aproximadamente 100 años se debería haber aceptado ya la existencia del llamado éter, lo que significaría que la ciencia actual se equivoca. Yo personalmente creo más a Einstein que a la física moderna, pues él mismo, quien en 1915 presentó la Teoría de la Relatividad con la que liquidó el éter porque las “elegantes” matemáticas no precisaban del mismo, tuvo que reconocer más tarde que para que el espacio se curve tiene que tener la facultad de arquearse, ya que en un supuesto vacío sin estructura, cómo es posible que se curve algo“. Por ese motivo Einstein,cuando abandonó Berlín en 1920 y dio en la universidad de Leiden una conferencia inaugural, expuso la siguiente conclusión: “Con motivo de la teoría general de relatividad creada por mí, que describe claramente la curvatura del tiempo y del espacio como base de la gravitación, necesito un éter que se pueda flexionar».







(*) Del programa: Noticias del foro de la ciencia

sábado, 8 de marzo de 2014

¿Cómo podría la Iglesia ayudar a las mujeres?

Málaga (Andalucía), 08 de marzo de 2014 / Artículo de Opinión / Teresa Antequera Cerverón (*)

Como viene siendo habitual en los últimos años, cada 8 de Marzo se celebra el día de la mujer trabajadora, un día en el que se pone de manifiesto que en muchos países, también del primer mundo, los hombres cobran más que las mujeres y que además éstas tienen peores condiciones laborales. Una desigualdad que empieza a poner de manifiesto que las leyes sobre la igualdad siguen sin ser respetadas, lo que cada vez molesta más a las mujeres.

El periódico digital alemán Zeit-Online publicó un artículo titulado “Crisis en la planta de los jefes” donde se descubren aspectos muy interesantes de la discriminación que padecen las mujeres a manos de los hombres. Según la citada publicación los jefes dicen que las mujeres tenemos la culpa de cobrar menos, y que el motivo es que las mujeres tenemos una mayor necesidad de armonía, (lo que querrá decir que no tenemos tanta necesidad de pelear como los hombres), y que no estamos dispuestas a discutir por nuestro dinero. Continúa diciendo que las mujeres estamos además dispuestas a admitir nuestros errores y no nos consideramos insustituibles, y por eso cobramos menos.

Ante tales opiniones habría que decir en nuestra defensa, que en ningún caso son esos los motivos por los que las mujeres cobremos menos, aunque bien es cierto que las mujeres tenemos un mayor sentido de la justicia, no necesitando aspirar siempre a conseguir el máximo para nosotras. Sin embargo si los jefes son hombres, como es habitual, suelen dejarse impresionar por la pose masculina y pagan más a otros hombres por ello, lo que a todas luces no es una forma inteligente de dirigir una empresa. Con esto no es de extrañar la actual situación mundial en materia económica y empresarial.

La mayoría de los hombres, incluso algunas mujeres, no alcanzan a ver que las desigualdades e injusticias tienen su origen en la creencia de que lo adecuado es que haya superiores e inferiores, como ha sido siempre. Cambiar esto debería ser un reto para todos, aunque a este intento de cambio positivo habría que añadir algo de suma importancia: Sacar de la mente de muchos hombres y también de las mujeres el desprecio y la infravaloración que desde antiguo se tiene hacia la mujer.

De todos es bien sabido la gran parte de culpa que tiene la iglesia católica en el desprecio a la mujer, un colectivo a tener en cuenta puesto que constituye más de la mitad de la población mundial. Un buen comienzo sería que dicha institución se distanciara de las declaraciones misóginas de los doctores de la Iglesia, quienes consideraron (todavía no se han retractado) a la mujer como un ser sin alma, incluso como la puerta de entrada al infierno. El siguiente paso sería  disculparse por todo el sufrimiento causado en persecuciones, muertes y torturas. Y por último tendrían que reparar el daño causado. Mientras esto no suceda, la iglesia no debería seguir llamándose cristiana, pues nada de esto tiene que ver con Jesús de Nazaret, quien dio ejemplo una y otra vez de su igualitaria relación con las mujeres.



(*) Del programa de Radio y TV: «Libre, atrevida, mujer»

sábado, 4 de enero de 2014

La poderosa estrella de Belén también puede brillar en nosotros

Málaga (Andalucía),  04 de enero de 2014 / Articulo de Opinión / Teresa Antequera Cerverón

Los tres sabios de oriente que fueron guiados por una estrella hasta el pesebre de Belén, eran verdaderos buscadores de Dios y por eso pueden ser un buen ejemplo para cada buscador de Dios en nuestros días. Pero ¿qué podemos nosotros aprender de ellos? Quizás su añoranza hacia Dios, su añoranza por la sabiduría divina. Entonces deberíamos preguntarnos ¿estamos también nosotros tal como ellos sedientos de la verdad y de la paz?, ¿estamos también nosotros tal como ellos sedientos del amor de Dios y de la unidad? Si en verdad lo estamos, sentiremos que Dios está presente y si cumplimos Sus Mandamientos nos iremos convirtiendo poco a poco en sabios.

Aunque el que hayamos hecho una tradición de la visita de los tres Sabios de oriente al pesebre de Belén, refleje en nosotros algo de la añoranza por la sabiduría que estos astrólogos buscadores de Dios tenían. Sin embargo cuando uno se hace presente en lo que se ha convertido el negocio de los Reyes Magos, descubre que esta añoranza se ha volcado totalmente en algo externo, incluso en todo lo contrario. Las personas en general nos hemos vuelto distraídas y desviamos nuestra atención del mensaje central que transmitieron los sabios de oriente y que no era otro que el seguir la luz. Ellos querían mostrar a las personas que si nos abrimos a la fuerza redentora, a la fuerza del Cristo de Dios, entenderemos poco a poco lo que significa desarrollar en nosotros mismos Belén, o encontrar Belén en nosotros mismos, es decir desarrollar en uno mismo el Reino de Dios.

Los Sabios de oriente tenían comunicación con la luz eterna en sí, tenían comunicación con el Reino de Dios que palpita en la profundidad del fondo del alma y se les apareció una estrella que brillaba cada vez más fuerte y la siguieron. La estrella de Belén sigue brillando para nosotros en la actualidad y nos marca el camino de salida de una cristiandad exteriorizada, que apenas sabe algo sobre la profundidad, sobre la verdad en torno al gran suceso acontecido en Belén. Y al igual que la estrella de Belén iluminó a los sabios, así nos ilumina también hoy. En un mensaje dado desde el infinito dado a través de Gabriele, la profeta y mensajera de Dios para nuestros tiempo en 1984, pudimos escuchar lo siguiente: «Hijos Míos, la estrella de Belén brilla de nuevo. Bienaventurado aquel que la vea en su interior. Venid, volveos nuevos en Mí, purificad vuestras almas. Seguid el camino de la paz y de la gloria para que podáis tomar desde la verdad eterna y podáis dar a todos aquellos que todavía hoy no han entendido que he venido de nuevo al mundo en la palabra y en los hechos. Dios es amor y el amor esta muy cerca de cada uno de vosotros. El amor y la misericordia es igual al nacimiento que tiene lugar en cada alma. Quien nazca en el amor, en el reino interno reconoce el gran tiempo, el nuevo tiempo.»

Hoy también nosotros podemos seguir a la estrella de Belén. La luz redentora que irradia en nosotros, en nuestra alma, es igual a la estrella de Belén e ilumina el camino al Reino de Dios, hacia nuestro verdadero hogar eterno. Ayer y hoy se puede seguir esa estrella hasta la casa del Padre a través de Cristo, si cumplimos paso a paso los Mandamientos de Dios, que nos dio el Eterno por medio de Moisés.

Si hacemos lo que nos enseñó Jesús en El Sermón de la Montaña sentiremos en nosotros la estrella, sentiremos la luz. Nuestra alma se volverá más luminosa, las células de nuestro cuerpo más claras. Estaremos más contentos, más felices, más alegres y aprenderemos a rezar de corazón. Rezaremos y sentiremos que debemos cumplir nuestras oraciones. Y si lo hacemos sentiremos que vamos tomados de la mano de la poderosa estrella de Belén, de la mano de Jesús, el Cristo, quien se convirtió en nuestro Redentor y que es el Camino, la verdad y la vida. El, Jesús el Cristo, es el camino a la casa del Padre. El es la resurrección y la paz. Podemos resucitar en El si hacemos brillar la estrella de Belén en nosotros mismos.